Ante cientos de miles de personas reunidas en la plaza de la Revolución de La Habana, lugar de los grandes acontecimientos relacionados con la revolución comunista cubana, el pontífice ofició una misa en la que ha reivindicado la dignidad inviolable del ser humano.
Ha advertido contra el escepticismo y el relativismo y ha puesto en guardia contra las personas que no se comprometen con la sociedad.
A la misa ha asistido el presidente cubano, Raúl Castro, vestido con una guayabera blanca, que ocupó la primera fila. Una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, presidió la misa.
«Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos sólo se darán si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad», ha afirmado el papa con rotundidad. Esas palabras recordaron las pronunciadas hace 14 años por Juan Pablo II cuando visitó la isla y dijo la ya famosa frase: «Que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba».
Visita a Fidel
Posteriormente Benedicto XVI se reunió en La Habana con Fidel Castro, catorce años después de que el líder de la Revolución cubana se entrevistase con Juan Pablo II durante la visita que realizó a Cuba.
El encuentro entre el papa Ratzinger y Castro se produjo tras la misa que ofició el pontífice en la plaza de la Revolución, informó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, que no precisó el lugar de la cita.
Fidel Castro considera a Benedicto XVI «una buena persona» y tiene «la cara de un ángel», según le dijo hace varios años al actual secretario de Estado vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, cuando este le visitó en la isla.
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