Un grupo de investigadores trabaja en el lugar en el que hubo un atentado suicida. | Reuters

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Un atentado suicida se cobró este domingo la vida de 16 personas en una estación de tren de la ciudad rusa de Volgogrado y lanzó una seria advertencia al Kremlin a seis semanas de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.

Dos de los muertos fallecieron horas después de la explosión en el hospital, mientras resultaron heridas casi cuarenta personas, nueve de ellas de gravedad, que hacían cola en la puerta del edificio de la estación de la antigua Stalingrado.

La explosión tuvo lugar en torno a las 12.45 hora local (08.45 GMT) después de que el terrorista llamara la atención de la policía al pasar por el detector de metales instalado a la entrada de la estación Volgogrado-1.

«Sonó la señal de alarma (del detector). Un policía se llevó al hombre a un lado y se dispuso a revisarlo personalmente. En ese momento, estalló el artefacto explosivo», informó una fuente policial a la agencia Interfax.

El terrorista detonó la bomba antes de entrar en el edificio propiamente dicho, explicó Vladímir Markin, portavoz del Comité de Instrucción (CI) de Rusia, citado por las agencias locales.

Según el CI, el equipo de seguridad instalado desde el atentado suicida contra el aeropuerto moscovita de Domodédovo en enero de 2011 (36 muertos) impidió que el terrorista llegara a la sala central, lo que evitó que el número de muertos fuera aún mayor.

De hecho, uno de los policías que vigilaba que todos los viajeros pasaran por el detector murió como resultado de la explosión y otros seis agentes resultaron heridos.

El artefacto explosivo tenía una potencia equivalente a 10 kilos de trilita, por lo que, según las fuerzas de seguridad, si la terrorista hubiera accedido a la estación podría haber causado una auténtica carnicería.

En esos momentos, la estación, que se encuentra situada frente a la histórica plaza donde tuvieron lugar algunos de los más sangrientos combates de la Segunda Guerra Mundial, acogía un gran número de viajeros, debido al retraso de tres trenes y a las próximas fiestas de Año Nuevo.

El presidente ruso, Vladímir Putin, partidario de la mano dura con los terroristas, encargó a las fuerzas de seguridad la captura de los organizadores del atentado y al Gobierno el envío de aviones para el traslado urgente de los heridos más graves a Moscú.

Tras unos momentos de confusión, tanto el CI como el Comité Nacional Antiterrorista no dudaron en calificar lo ocurrido de atentado suicida.

Desde un principio se informó de que se trataba de una terrorista suicida, en concreto una «viuda negra», esposa o novia de un guerrillero fallecido, la tarjeta de visita de la guerrilla islamista durante los últimos años.

No obstante, a falta de confirmación oficial, una fuente informó a la agencia Interfax de que el suicida ha sido identificado como un hombre de rasgos eslavos, según se desprendió del análisis genético de sus restos por la policía, quien también encontró una pistola y una granada sin detonar.

«Hemos establecido que el terrorista suicida era un hombre que llevaba la bomba en una mochila. Sus datos personales han sido determinados», apuntó.

Todo apunta a que el terrorista pertenecía a la guerrilla islamista del Cáucaso Norte, quien habría decidido golpear de nuevo Volgogrado al tratarse de un importante centro nacional de transporte, según los expertos.

Volgogrado ya fue escenario el pasado 21 de octubre de un atentado, cuando una terrorista suicida oriunda del Cáucaso mató a seis personas en un autobús, acto organizado por el eslavo Dmitri Sokolov, cabecilla de la guerrilla abatido a mediados de noviembre.

Las fuerzas de seguridad de la república norcaucásica de Daguestán, principal nido de terroristas desde la pacificación de la vecina Chechenia, ya han comenzado a comprobar quién abandonó su territorio en los últimos días.

Las autoridades rusas temían un aumento de la actividad terrorista y guerrillera según se aproxima la inauguración el 7 de febrero próximo de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi (mar Negro).

Hace unos meses el líder de la guerrilla caucasiana, el chechén Doku Umárov, amenazó con abortar los Juegos blancos, que tachó de «bailes satánicos sobre los huesos de nuestros antepasados».

«Como muyahidines estamos obligados a impedirlo por cualquier medio permitido por Alá», afirmó en un vídeo Umárov, dado por muerto en numerosas ocasiones.

Por ese motivo y tras el serio aviso recibido en abril pasado con el atentado perpetrado por dos hermanos chechenes durante el maratón de Boston, Putin endureció las leyes contra los terroristas y sus familias.