La ofensiva ucraniana con aviación y artillería pesada contra los bastiones prorrusos sufrió ayer un duro revés con el derribo de un helicóptero que transportaba a un general y 12 soldados, mientras los rebeldes reconocieron por vez primera la presencia rusa en sus filas. En medio, un fuerte debate interno sobre lo lícito de la operación contra los milicianos del Este que no reconocen al Gobierno central.
El helicóptero derribado volaba a baja altura y fue alcanzado con un proyectil de bazoca cerca de Slaviansk, el más irreductible bastión insurgente en la región de Donetsk (este), y de sus 14 tripulantes únicamente se salvó un soldado, que resultó gravemente herido. Entre las bajas figura el general Serguéi Kulchitski, jefe de instrucción militar de la Guardia Nacional, según reconoció el presidente interino de Ucrania, Alexandr Turchínov.
«Estoy seguro de que las Fuerzas Armadas y los órganos de seguridad llevarán hasta el final la (operación de) limpieza de los terroristas», subrayó. Según los expertos, Kiev ha intensificado la ofensiva en el este rusohablante para poner fin a la resistencia rebelde con vistas a la investidura de Poroshenko el próximo 7 de junio y a una posible reunión de éste con el presidente ruso, Vladímir Putin.
Por otra parte, los insurgentes reconocieron por primera vez que ciudadanos rusos integran las filas rebeldes que combaten desde principios de abril a las tropas ucranianas y a la Guardia Nacional en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk. El primer ministro de la autoproclamada república popular de Donetsk, Alexandr Borodái, dijo que 33 de los milicianos muertos durante el intentona de tomar el martes el aeropuerto de Donetsk proceden de Rusia.
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