Foto de archivo del gran duque Juan de Luxemburgo (dcha), acompañado por el gran duque Enrique de Luxemburgo (izq), posa para una foto de grupo durante la celebración por su 90 cumpleaños, en el Gran Palacio Ducal, Luxemburgo, el 5 de enero de 2011. | THOMAS FREY

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El gran duque Juan de Luxemburgo falleció este martes a los 98 años según anunció su hijo, el gran duque Enrique y actual jefe del Estado, en favor de quien abdicó en 2000 tras 36 años de reinado y un historial de condecoraciones tras haber plantado cara a los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

«Con gran tristeza les comunico el fallecimiento de mi amado padre, su alteza real el gran duque Juan, que nos ha dejado en paz, rodeado del cariño de su familia», indicó el gran duque Enrique en un comunicado.

El anterior jefe del Estado de Luxemburgo había sido hospitalizado el 13 de abril por una infección pulmonar y su estado de salud empeoró el pasado sábado, informó el diario «L'Essentiel».

El primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, alabó la «diligencia» y «el amor y afinidad con la gente» del gran duque Juan, y anunció que el funeral será el próximo sábado en la catedral de Luxemburgo.

De la dinastía Nassau, el gran duque Juan ocupó el trono de Luxemburgo durante 36 años, entre 1964 y 2000, cuando abdicó en favor de su hijo mayor, el gran duque Enrique, y emprendió entonces una vida tranquila y discreta.

Su nacimiento el 5 de enero de 1921 en el castillo de Berg fue fruto de la unión de la gran duquesa Carlota y del príncipe Félix de Borbón de Parma.

Juan cursó sus estudios en Luxemburgo y el Reino Unido y, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, se vio obligado a huir de su país con su familia a raíz de la invasión nazi de Luxemburgo el 10 de mayo de 1940.

La familia gran ducal inició entonces una vida nómada y se refugió primero en Francia y, después, en Estados Unidos, Canadá -donde el joven Juan estudió Derecho y Ciencias Políticas- y el Reino Unido.

Ante la ocupación nazi de su país, Juan decidió pasar a la acción y con 21 años, en noviembre de 1942, se alistó como soldado voluntario con la Guardia Irlandesa y siguió una formación militar que le permitió llegar a teniente en julio de 1943.

En junio de 1944 participó en un desembarco en la costa francesa, en Bayeux, y, a continuación, en la liberación de la ciudad normanda de Caen, antes de entrar en septiembre en Bruselas.

Una semana más tarde, el 10 de septiembre de 1944, formó parte de la liberación de Luxemburgo junto a su padre, el príncipe Félix.

Lejos de permanecer en su país, libre ya de los nazis, volvió al combate en Alemania tres días después, hasta el final de la guerra.

Su papel en la contienda le valió numerosas condecoraciones castrenses, entre ellas la medalla militar, la más alta distinción luxemburguesa.

Con la paz en Luxemburgo, el futuro gran duque recobró una vida normal y, el 9 de abril de 1953, se casó con la princesa belga Josefina Carlota -fallecida en 2005-, que era la hermana mayor del rey Balduino y el rey Alberto II de los belgas.

Con ella tuvo cinco hijos: la princesa María Astrid, el actual gran duque Enrique -nacido el 12 de noviembre de 1964-, el príncipe Juan, la princesa Margarita y el príncipe Guillermo.

El 12 de noviembre de 1964 tomó el relevo de su madre, la gran duquesa Carlota, y subió al trono de Luxemburgo, en el que permaneció 36 años durante los que «no dio ningún paso en falso», según destaca la prensa del país.

El jefe del Estado permaneció neutral a nivel político y encarnó «el alma de Luxemburgo», según «L'Essentiel», que lo califica de «europeo convencido» que apoyó la construcción de Europa y un papel importante de su país en ese proceso.

De hecho, en 1986 obtuvo el premio Carlomagno, que se concede cada año a los valedores del proyecto comunitario.

Era además doctor honoris causa de diferentes universidades, entre ellas las de Estrasburgo (Francia) y Laval (Canadá).

El gran duque Juan, con cerca de 80 años, cedió el trono el 7 de octubre de 2000 a su hijo mayor, Enrique, y se retiró junto a su esposa al castillo de Fischbach.

Abuelo de 21 nietos, vivió desde entonces una vida tranquila con escasas apariciones públicas.

«Como todo el pueblo luxemburgués, tenía gran estima por este hombre de compromiso, bondad y coraje que, a lo largo de su reinado y en todas las circunstancias, dio lo mejor de sí mismo a su país, que le debe tanto», dijo del gran duque fallecido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en un comunicado.

Para Juncker, quien destacó que «siempre se mantuvo próximo» a los ciudadanos, su desaparición es «una gran pérdida para el Gran Ducado y para Europa».