Entre gritos que apenas dejaban escuchar lo que se estaba votando, e incluso insultos entre compañeros de partido, la carta con la que Evo Morales dijo adiós al poder fue por fin aceptada este martes, más de dos meses después de dejar Bolivia.
Morales presentó al Parlamento boliviano el 11 de noviembre de 2019 una carta en la que renunciaba al poder denunciando que era forzado a hacerlo por un golpe de Estado para derrocarlo, pues tenía mandato hasta mañana, 22 de enero de 2020.
Además del griterío político, lo aprobado con más de dos meses de demora corre el riesgo de tener consecuencias en los tribunales, si a Morales le da por argumentar que ha sido presidente hasta hoy y no puede ser juzgado por la Justicia ordinaria como pretende el Gobierno interino de Jeanine Áñez.
NO SE ENTENDÍA LO QUE SE DECÍA
La presidenta del Senado, Eva Copa, del Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Morales, instaló la sesión de la Asamblea Legislativa boliviana casi dos horas después del horario fijado.
Después de pasar lista de los miembros de la Cámara Alta y la Cámara de Diputados, la bancada mayoritaria del MAS aceptó tratar las cartas de renuncia que presentaron el 11 de noviembre pasado Morales y el exvicepresidente Álvaro García Linera.
Los legisladores de Unidad Demócrata (UD), partido de la presidenta interina Jeanine
Áñez, pidieron recurrentemente la palabra a Copa, que presidía la sesión sin hacer caso a los pedidos de «consideración previa» que reclamaban el derecho a hablar.
Los gritos, golpes de mesa e invocaciones al reglamento no sirvieron para que Copa cediera en lo más mínimo para que los detractores de Morales hablasen.
Tras esa primera fricción, uno de los parlamentarios comenzó a leer las cartas de renuncia de Morales y García Linera, pero el griterío de unos y otros hacía imposible entender lo que se decía.
Al final de cada texto, Copa pedía una votación que debía aceptar o negar las renuncias, varios del MAS levantaron las manos a favor y otros no lo hacían en franco rechazo a esa postura, mientras los afines a la presidenta Áñez no cesaban de gritar.
«¡Es extemporáneo, es extemporáneo!», decía a gritos la diputada de UD Lourdes Millares, cuya voz se desvanecía entre los otros alaridos y la potencia del sonido que daba únicamente la palabra a miembros de la directiva parlamentaria.
LA EXPLICACIÓN DEL MAS DE MORALES
Tras la sesión, la joven presidenta del Senado compareció ante los medios para manifestar que se «se ha cumplido con el reglamento» al leer las renuncias de Morales y García Linera.
También apuntó que la aceptación de ambas, incluso por encima de las voluntades de algunos miembros de su partido el MAS, fue para «dar la estabilidad social y (preservar) la institucionalidad de los poderes del país».
Esa explicación la dio cuando los periodistas le preguntaron sobre una vehemente discusión que tuvo en plena sesión con su colega de partido Franklin Flores, quien es parte del bloque masista que se oponía a aceptar la carta de Morales al considerar que no hubo mayoría suficiente para darla curso. «El reglamento no dice que tiene que ser mayoría o dos tercios», sentenció Copa.
INSULTOS EN EL BANDO DE MORALES
Los desacuerdos en torno al escrito de Morales quedaron patentes incluso entre legisladores del MAS, que mostraron sus disidencias dentro y fuera del hemiciclo.
Cuando todo parecía que había concluido, los gritos se trasladaron a los pasillos, donde los legisladores masistas Franklin Flores y Omar Aguilar por poco no se van a los golpes tras intercambiar acusaciones.
Flores señaló a Aguilar sobre supuesto mal recuento en los votos que aceptaron la renuncia de Morales, a lo que su compañero respondió acusando a su colega de «masista corrupto».
En declaraciones a Efe, la diputada Millares señaló que la sesión parlamentaria evidenció «la fractura y ruptura interna» en el MAS.
¿CONSECUENCIAS EN LOS TRIBUNALES?
Millares agregó que la aceptación de la carta de Morales es parte de una «estrategia jurídica» para librarlo de las acusaciones por sedición y terrorismo, dando paso a un juicio de responsabilidades que corresponde a un mandatario.
Evo Morales ha insistido en que legalmente seguía siendo presidente hasta este miércoles 22 de enero, máxime si no se había tratado su renuncia, con lo que tendría ciertas garantías como jefe de Estado si era juzgado.
El Ejecutivo interino de Áñez defiende que nada de eso, porque dejó el sillón presidencial desde que salió del país hace más de dos meses, primero a México y ahora a Argentina, y debe responder a la Justicia ordinaria sin privilegios.
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