Aoun firmó el acuerdo en presencia del mediador estadounidense Amos Hochstein, quien viajó con la delegación oficial libanesa a la sede de la misión de paz de la ONU (FINUL) en Naqoura, al sur de Líbano, para la celebración de la ceremonia oficial en la que delegaciones de ambos países sellaron el pacto. «No todos los días un país enemigo reconoce al Estado de Israel, en un acuerdo escrito, a la vista de la comunidad internacional», afirmó Lapid antes de firmar el pacto, que calificó como «histórico» y «un logro tremendo para Israel» en materia de seguridad, economía y energía. Sin embargo, el Líbano se ha esforzado en desvincular este acuerdo de un eventual proceso de normalización con Israel, país con el que no mantiene lazos diplomáticos y con el que técnicamente está en guerra desde 2016, con una frontera terrestre fijada por la ONU.
De hecho, Aoun insistió hoy en que el acuerdo «no tiene dimensiones políticas ni impactos que contradigan la política exterior del Líbano», a pesar de que Israel lo considera como un primer paso que implica el reconocimiento tácito del Estado judío. Antes del presidir la ceremonia en Naqoura, Hochstein se reunió en Beirut con los principales líderes políticos del Líbano, y tras el acto formal en la frontera, cruzó a Israel para reunirse con Lapid en Tel Aviv. «Felicidades por este día histórico para dos países que, aunque aún no han puesto fin a su estado de guerra, han sido capaces de sellar un acuerdo que garantiza a Israel seguridad y estabilidad, además de traer prosperidad a los dos lados de la frontera», afirmó Hochstein antes de su encuentro con el primer ministro israelí.
La ceremonia en la sede de la FINUL tuvo lugar a puerta cerrada y no se han difundido imágenes del encuentro, pero fuentes del Gobierno israelí confirmaron a EFE que las dos delegaciones estuvieron juntas en la misma sala, pero sin interacción directa ni apretón de manos, aunque previamente se había dicho que estarían en espacios separados sin verse cara a cara. La coordinadora de la ONU para el Líbano, Joanna Wronecka, confirmó que esta tarde recibió en el cuartel de FINUL sendas cartas con las coordenadas fronterizas firmadas por ambos países y que ella misma las llevará a la sede del organismo en Nueva York.
«La energía se ha convertido en un tema crucial en el área diplomática. Nosotros hemos probado hoy cómo dos países enemigos, pero con intereses comunes en cuestiones energéticas, pueden crear vínculos», indicó el director general del Ministerio de Energía israelí, Lior Schillat - el jefe de la delegación israelí-, a su regreso de Naqoura, en la localidad israelí de Rosh Hanikra, justo en la frontera con el Líbano en la costa mediterránea. Israel y Líbano, que no mantienen relaciones diplomáticas y están técnicamente en guerra, comenzaron un diálogo indirecto para delimitar por primera vez su divisoria marítima en octubre de 2020, retomándolo este verano tras un largo paréntesis por desacuerdos en las demandas básicas.
Un foco de conflicto en las negociaciones fue la milicia chií Hizbulá, muy poderosa e influyente en el Líbano, que amenazó con atacar Israel si comenzaba a explorar gas antes de cerrar un pacto, o si este no protegía los intereses del país árabe, aunque finalmente han dado su beneplácito al texto. «La experiencia con el asunto de la demarcación fronteriza fue rica y muy importante para el Líbano y la Resistencia, y merece ser considerada con cuidado», afirmó hoy el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá.
El territorio en cuestión consiste de unos 860 kilómetros cuadrados de mar, que cubre los yacimientos de gas de Karish y Qana, y el pacto permite que el Estado judío explote el primero y la nación árabe explore el segundo. De hecho, este miércoles la empresa Energean anunció que había comenzado a extraer gas de Karish, mientras que el gigante petrolero TotalEnergies ya fue encargado con la exploración del yacimiento de Qana. La rúbrica tiene lugar días antes de que se celebren elecciones en Israel y de que termine en el Líbano el plazo constitucional para elegir a un nuevo presidente de la República, por el momento con previsiones de que se produzca un vacío en la jefatura de Estado.
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