Según pudo comprobar EFE, se oyen desde primera hora de la mañana explosiones y tiroteos esporádicos en el norte y el oeste de Jartum, aunque sin que se informara de combates o víctimas como ocurría en anteriores treguas entre el Ejército y el poderoso grupo de Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
En esas áreas están el Palacio Republicano y sedes de instituciones vitales como la Comandancia General de las Fuerzas Armadas y el aeropuerto de Jartum, por cuyo control se registraron duros combates desde el estallido del conflicto bélico el pasado día 15. La nueva pausa, que entró en vigor a las 22.GMT del lunes, ha permitido una tímida normalización de la situación en Jartum, donde desde el martes se ha notado un creciente movimiento de los habitantes en las calles.
Algunos comercios, mercados, farmacias y gasolineras han vuelto a abrir sus puertas a los millones de habitantes de la capital, en drástica necesidad de abastecimiento de agua, alimentos y medicamentos tras permanecer atrapados en sus domicilios entre tiroteo cruzado durante más de diez días. Entre múltiples dificultades, sobre todo la carestía del coste de todos los productos básicos, se nota desde el inicio de la nueva pausa un creciente éxodo de los habitantes de Jartum hacia zonas más seguras del centro o el norte de Sudán, como las gobernaciones de Al Jazira, el Nilo Blanco o Dongola.
Las partes beligerantes se han acusado mutuamente de aprovechar la actual tregua, la quinta desde el estallido de los combates, y en la que menos se han registrado infracciones, para reforzar sus tropas en Jartum. El Ejército y las FAR negociaban durante la semanas anteriores al estallido de los combates la incorporación del grupo paramilitar en las Fuerzas Armadas dentro de un proceso político para la transición democrática en Sudán tras el derrocamiento del dictador Omar al Bashir, en abril de 2019.
Por otro lado, se ha notado una aceleración en las operaciones de evacuación de miles de ciudadanos de numerosos países, incluido personal humanitario internacional, a través del aeropuerto y el puerto de la ciudad de Port Sudan, en el mar Rojo (oeste), donde prevalece una relativa calma desde el inicio de los enfrentamientos.
El conflicto se ha cobrado ya la vida de más de 400 civiles y más de 4.000 heridos, según cálculos conservadores de instituciones locales e internacionales, que han alertado sobre la situación humanitaria en el país africano, deteriorada durante años por la inestabilidad política y la corrupción y agudizada por los combates. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió el martes ante el Consejo de Seguridad que el conflicto en Sudán puede desestabilizar a toda la región y detonar una gran crisis que se haga notar durante años.
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