Tras descartar que los resultados del 12 de marzo en el
archipiélago puedan interpretarse en «clave balear», el líder de
izquierdas reconoció, sin embargo, que el Ejecutivo «debe tomar
nota» de lo que ha pasado.
Entre otras cuestiones, recalcó la necesidad de acabar con el
«Síndrome Barea», consistente en «grandes anuncios antes de estar
concretados», lo que, en estos meses pasados, ha dado lugar a
«debates estériles, que no favorecen en nada la claridad de
propuestas por parte del Govern», como ha ocurrido con la
ecotasa.
«No es una llamada al orden, sino una reflexión», precisó el
también conseller de Trabajo, quien consideró que los partidos del
«Pacto de progreso» han pecado en ocasiones de «cierta impaciencia»
a la hora de explicar sus proyectos, que no estaban suficientemente
perfilados.
Admitió que esta actitud del Govern ha sido «una deficiencia que
hay que corregir», de modo que los proyectos se presenten cuando
estén elaborados, con lo que «se abrirá un debate sobre propuestas,
y no sobre posibilidades o ideas», indicó. Grosske subrayó que «la
gran incógnita ahora es saber si el Gobierno central caerá en la
tentación de castigar a las Islas por el distinto color político».
En este sentido, expresó su confianza en que las relaciones entre
el Govern y la Administración centra se mantengan dentro de la
línea institucional, sin caer en partidismos, y, para ello, anunció
que solicitará la colaboración del PP balear. El coordinador
general de IU-Esquerra Unida en Baleares, Eberhard Grosske, abogó
ayer por la realización de una «revisión profunda, pero tranquila»
en el seno de la coalición de izquierdas, que consiga combinar las
cuestiones ideológicas con la política práctica.
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