Cristina y Francisca se besan al término de la emotiva ceremonia celebrada en el Ajuntament de Deià. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Sin miedo a las supersticiones, Cristina y Francisca se casaron ayer a mediodía en Deià con sendos trajes amarillos. Con la felicidad grabada en su cara y rodeadas de sus dos hijas "Cris y Toñi Mari", familia y muchos amigos, una de las parejas más singulares de Mallorca «se dio el sí» ante el alcalde, Francesc Salas, y ante la secretaria del municipio, Bonaventura Montaner.

La ceremonia de ayer, que les permite entrar en el registro de parejas de hecho de Deià, tuvo momentos de gran emotividad, como cuando la hija de Cristina, Cris, leyó unas palabras apoyando el camino hecho por «sus madres» y deseándoles una vida de lo más feliz: «Las familias no pueden vivir en tensión porque la homosexualidad no es ningún problema», aseguró ante la mirada complacida de Cristina Morall y Francisca Soler que, después de veinte años de amor, han decidido dar un paso para formalizar su relación y lo han hecho a lo grande, tirando la casa por la ventana.

Ayer por la mañana, Es Pamboliet, el bar que Francisca regenta en Deià, tenía un aspecto diferente: en la terraza una larga mesa repleta de productos reposteros esperaba a las novias y a sus numerosos invitados. El cava corrió a raudales, como antes había llovido el arroz, a la salida de la alcaldía para desear una fecunda vida a las recién desposadas.

Las novias, que han previsto irse de luna de miel a Cataluña aprovechando la festividad de Sant Jordi, aseguraron que ayer era el día más feliz de los últimos veinte años y que estaban muy contentas de poder ayudar a otras parejas que viven en su misma situación: «Sabemos que lo que hemos hecho será, sin duda, de gran ayuda», comentó Cristina.