Hoy llega Joaquín José Martínez para contar y, sobre todo, para agradecer

Joaquín José llegará esta mañana a Palma acompañado de sus padres, Joaquín y Sara, quienes también contarán su experiencia. Porque si duro y terrible ha sido vivir cuatro largos años a plazo fijo, no menos lo ha sido luchar para que esta pesadilla terminara, como ha ocurrido, en gran parte por obra y gracia de ellos, quienes, desde el instante en que el juez condenaba al hijo a morir en la silla, tras prometerle que «te sacaremos de ahí, hijo», se ponían a trabajar solos para demostrar una inocencia en la que creían a pies juntillas. Fue la lucha de David contra Goliat. Fue un duro y largo recorrido, no exento de altibajos, sobre todo para el alma. Arrancaron solos, con la máquina y, cinco años después, tras haberse detenido en todas las estaciones que encontraron a su paso, llegaron al final del trayecto con la locomotora arrastrando mil vagones y organizando tal estruendo que no pasaron desapercibidos para nadie.

Ni siquiera para los mismos norteamericanos acostumbrados a ver morir a la gente por decisión judicial. Y es que ya lo dijo una vez Jaén Palacios, quien creyó desde el primer momento en su inocencia "como yo y como todos quienes, cuando estaba entre rejas, pudimos ver la serenidad de su mirada", «esta carrera ha de ser una prueda de fondo, no de velocidad». Y así ha sido. Primero, sólo estaban los padres; luego, los padres y Manuel; más tarde los padres, Manuel y mil más. Y no hace ni dos meses, miles y miles, y entre ellos, usted, y usted, y usted, puesto que el «caso Joaquín» nos lo fuimos haciendo un poco nuestro. Por todo ello, él estará hoy en Palma para contar, pero, sobre todo, para agradecer.