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Julia es ucraniana, de Donezk. Tiene 18 años y estudia ballet. Desde hace unas semanas vive en Mallorca con su padre, que es albañil, a la espera de legalizar su situación. Noches atrás pidió en la discoteca Tito's, que frecuenta, intervenir en dos de sus shows, el de la noche erótica y "el viernes pasado" en el desfile de lencería presentado por Sueños Garau. Quería ver cómo se le daba lo de posar y desfilar y, sinceramente, entusiasmó. Julia no ignora que muchas jóvenes ucranianas vienen a Europa y a Oriente Medio engañadas.

«Salen anuncios en los periódicos ofreciendo trabajo como bailarinas, algunas... bastantes, se fían de ese anuncio y aceptan las condiciones, pero cuando llegan a Europa se encuentran con que los que la han traído le retienen el pasaporte y las obligan a prostituirse. Yo tengo amigas que estudiaron ballet conmigo que se dejaron engañar en academias que ofrecían mil quinientos dólares al mes para bailar en Europa, Turquía y Egipto, y una vez ahí las convertían en prostitutas. De algunas de esas amigas he perdido la pista, no tengo ni idea de dónde pueden estar», dice.

"¿Te ofrecieron trabajo en esos lugares?
"A través de esas academias de baile, pero como sé lo que puede pasar no me arriesgué.

"¿Te gustaría ser modelo, por lo que veo?
"Para ello tendría que aprender. Si me dan a elegir, prefiero ser bailarina.

"Cuando sales de la ducha y te miras en el espejo, ¿te gustas?
"No me miro para gustarme, por tanto no lo sé.

"Bien. Pero, ¿qué cambiarías de tu cuerpo?
"Aumentaría un poquito el tamaño de mis pechos. No mucho, eh.