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Quedan apenas quince días para la inauguración del Hospital de Son Llàtzer y un mes para que Balears asuma "si no surgen más contratiempos" las competencias de sanidad. Y todo parece indicar que no se están cuidando las formas. De forma deliberada o no se siguen tensando las relaciones con el Ejecutivo autonómico, que será quien deberá gestionar el nuevo hospital. Ayer mismo, una comisión del Parlament, respondiendo a una invitación del Insalud, acudió a visitar el nuevo hospital. Pero la comisión sólo tuvo un color político, el del PP. Los restantes grupos declinaron la invitación por entender que se debía invitar a la consellera de Sanitat y al presidente del Govern. Fue, además, una visita a puerta cerrada, sin que se permitiera el acceso de los periodistas. ¿Motivos? Se barajan dos, a cual más peregrino: que el hospital está aún en obras "vaya obviedad" y que no se puede permitir que se publiquen imágenes antes de que sea inaugurado por la ministra Villalobos o el propio Aznar.

Sin tener que recurrir al derecho constitucional a la información, debemos hacer algunos comentarios: primero, ¿qué secreto de Estado desvelaremos fotografiando a los representantes del pueblo de las Islas visitando el hospital? ¿Qué hay en el nuevo centro sanitario que no puedan ver los periodistas y los lectores? Segundo, cuando se abrió al público el nuevo edificio de los Juzgados tampoco se permitió que se realizaran fotografías. Debía esperarse a que viniera el ministro de Justicia para inaugurarlo. Han pasado muchos meses y los Juzgados siguen sin ser inaugurados.

Así funcionan, con estos criterios tan pedestres, quienes manejan los asuntos públicos. Pero los incidentes informativos no dejan de ser una anécdota. Lo auténticamente lamentable es que, en esta recta final hacia la transferencia de competencias, los responsables del Insalud no sean capaces de actuar con más elegancia política. Con todos sus defectos y aciertos, el Insalud merece despedirse de Balears con más estilo.