La celebración de la VIII Diada per la Llengua i l'Autogovern
transcurrió ayer en un ambiente festivo y reivindicativo. Los actos
programados dieron comienzo al filo de las 19.00 horas con la
actuación de la Colla de Castellers de Mallorca y la Colla Al.lots
de Llevant. La muestra de quince entidades comprometidas con la
defensa del catalán y la amenización musical de las orquestas Quart
Creixent y s'Arrual Jazz Mort contribuyeron a crear el ambiente de
fiesta. Durante la fiesta se repartieron la espinagada y el gató
más grandes jamás cocinados, preparados por los reposteros del
horno Dolç de sa Pobla y de la Associació de Forners i Pastissers
de Balears. Junto a ellos, los asistentes pudieron dar cuenta de
otras 200 cocas de verdura, 100 litros de vino tinto, otros 100 de
zumo de naranja y la misma cantidad de limonada y pinya.
Uno de los momentos más emotivos llegó con el homenaje al
escritor ibicenco Marià Villangómez, fallecido el pasado domingo 12
de mayo, que corrió a cargo del filólogo pitiuso Isidor Marí, quien
leyó algunos versos del poema «Terra natal» del poeta. Durante la
lectura, un grupo de niños desplegó una pancarta en la que podía
leerse «Voler l'impossible ens cal, no que mori el desig», una
frase firmada por Villangómez. La fiesta no olvidó tampoco a Bonet
de Sampedro, el cantante mallorquín fallecido ayer.
La octava edición de la Diada estuvo muy marcada por la
inmigración, y como prueba de que muchas de las personas que llegan
a nuestra Islas sienten un gran respeto por la cultura y la lengua
balear, un grupo de extranjeros dirigió unas palabras en catalán a
todos los asistentes. Cathy Sweeney, irlandesa, realizó una llamada
a la «solidaridad lingüística entre los baleares y la gente venida
de fuera». El senegalés Madiop Miagne instó a que Balears siga
siendo una tierra de acogida y de respeto entre todos; una misma
idea que defendió la colombiana Luz Elena, quien afirmó que «la
tolerancia enriquece a los pueblos».
Viorel Cunete, de Rumanía, se ganó al público al reconocer que
«lo más natural del mundo es aprender la lengua del lugar en el que
vives, porque de lo contrario te pierdes muchas cosas». Lene
Nielsen, danesa, reconoció que «si tú te esfuerzas por aprender la
lengua se te acepta mejor», y Stephane Fournier, canadiense, pidió
que «se nos hable en mallorquín, porque los nuevos mallorquines no
somos turistas».
Como representante de los mallorquines de adopción
castellanoparlantes, Lorenzo Bravo, secretario general de UGT,
reconoció la «responsabilidad que los líderes sociales tenemos a la
hora de defender la lengua, la cultura y la identidad de este
pueblo» y valoró la integración «como una herramienta inestimable
para este propósito, aunque aún muy desaprovechada». Participaron,
un año más, el presidente del Govern, Francesc Antich; el
vicepresidente, Pere Sampol; la delegada del Gobierno, Catalina
Cirer; y la consellera de Cultura del CIM, Maria Antònia Vadell.
También asistieron el concejal de UM en el Ajuntament de Palma,
Ferran Trujillo; el portavoz socialista en Cort, Antoni Roig; y el
rector de la Universitat de les Illes Balears, Llorenç Huguet,
entre otros.
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