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Cualquier noche de las del fin de semana se pueden ver imágenes como éstas en el Paseo Marítimo de Palma, por donde discurre el carril"bici. Jóvenes que han hecho acopio de bebidas en tiendas y supermercados pasan, bajo las estrellas, la velada, que "algunos" amenizan con la música del coche. Algunos procuran aparcarlo allí por la tarde y, así, por la noche es sólo llegar y besar el santo, pues eliminan el problema del aparcamiento.

Ellos están allí, no porque tengan nada en contra ni de la discoteca ni del bar "en donde seguramente entrarán pasada la media noche, o avanzada la madrugada; todo dependerá de cómo les vaya allí afuera", sino porque se encuentran a gusto y porque a escote les salen más baratas las copas. Además, como la autoridad competente "el Parlament" se está demorando más de la cuenta en crear la ley que regule la venta y el consumo de alcohol en la vía pública, regulación que les propuso en febrero del 2001 el Ajuntament de Palma "PP y demás fuerzas políticas" y que en el Pleno de septiembre pasado le ha vuelto a recordar, el botellón sigue ahí, cada vez más consolidado muy a pesar de algunos empresarios de la noche que a lo mejor ven en él una competencia desleal, pero que legalmente es tal pues no existe una ley que regule esta actividad ni tampoco un control sobre quién, a qué hora y a quién (mayor o menor de edad) venden el alcohol y los refrescos.

Por lo que he oído decir por ahí en algunos mentideros políticos "que a lo mejor luego no es así", es que como el botellón, desde el punto de vista electoral es algo que hay que tener en cuenta, pues entre quienes lo practican casi todos van a votar, regularlo puede ser entendido como «cargárselo» y... De ahí que a lo mejor lo regulen pasadas las elecciones. Es como lo de la descontaminación acústica de sa Llonja a partir del 1 de enero. No les extrañe que, por las mismas razones apuntadas antes, Cort la lleve a cabo una vez pasadas las elecciones, pues hacerlo antes sería echarse en contra al vecindario.