El presidente de Alemania, Johannes Rau, acompañado de su esposa
Christina; el presidente del Govern balear, Francesc Antich, y todo
un séquido de cargos políticos y militares realizaron una fugaz
visita a la catedral de Palma, antes de que el mandatario germano
abandonara la isla. Tras almorzar en una comida de carácter
totalmente privado en el restaurante Bahía Mediterráneo, Rau se
dirigió al casco antiguo de Ciutat para realizar una corta visita.
No había tiempo para más.
A las puertas de La Seu, el presidente alemán se encontró con
una decena de turistas que esperaban disfrutar de los encantos de
nuestro templo. Pero debieron esperar, ya que el «invitado
especial» tenía preferencia. El obispo Teodoro Úbeda, el presidente
del Capítol, Joan Bestard, y otros canónigos recibieron a las
puertas de la Catedral a Johannes Rau, que llegó pasadas las cuatro
y media de la tarde. Bestard cogió el mando y con un perfecto
alemán hizo de anfitrión al presidente.
Una vez dentro sólo quedaba disfrutar de la monumentalidad y
belleza de nuestra Seu, que cautivó a Rau, mostrándose muy
interesado y sin parar de hacer preguntas. Pere Joan Llabrés,
delegado de patrimonio del Capítol de la Seu, fue el encargado de
dar todo tipo de explicaciones y de saciar la curiosidad de Rau.
Durante toda la visita no paró de sonar el órgano, haciendo el acto
mucho más ameno. Los vitrales despertaron un especial interés,
sobre todo los dos rosetones, uno de los cuales está considerado de
los más grandes de Europa. Tampoco le pasó desapercibida la
majestuosa lámpara central sobre el altar.
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