Por primera vez en muchos meses los expertos coinciden en que el
Banco Central Europeo bajará los tipos de interés de la eurozona
con la intención de dar un empujón a la decaída economía europea,
especialmente alemana, alejados por el momento los riegos
inflacionistas que atenazaban al presidente Win Duisenberg hasta
ahora. Aunque nuestro país permanece al margen de las tendencias
generales, se estima que al acabar el año los precios no habrán
subido por encima del dos por ciento en la zona euro, algo ajeno a
nosotros, que andamos ya por el doble de la cifra prevista,
incapaces de controlar la subida de los precios, especialmente
acuciante desde la entrada de la moneda única.
Así las cosas, siguiendo el ejemplo norteamericano -que bajó los
tipos de interés hasta el 1'25 por ciento, un baremo inédito desde
hacía más de cuarenta años-, parece probable que también aquí
veamos cómo baja el precio oficial del dinero, ya en límites
históricos (3'25 por ciento).
Con ello se pretende animar las economías europeas después de
trece meses manteniendo el tipo, a pesar de las muchas peticiones
en sentido contrario con la esperanza de detener la caída económica
que estamos viviendo.
Pese a ello, persisten los temores inflacionistas y podría
producirse también un recalentamiento del mercado inmobiliario, que
en nuestro entorno se encuentra sobredimensionado, dado que la
bajada de tipos podría animar todavía a más gente a lanzarse a la
aventura de contratar una hipoteca.
A la postre, bienvenida sea la rebaja si se produce y si, en
verdad, genera los beneficios que de ella se esperan, pues de no
ser así la economía europea volverá en 2003 a las cifras de la
recesión de 1993.
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