El Gobierno de José María Aznar iniciará el lunes el trámite
para la aprobación de una ley que permitirá que en los casos de
terrorismo se cumplan de forma íntegra las penas y que los presos
condenados por estos delitos no puedan acogerse a determinados
beneficios del régimen penitenciario. También se establece en el
proyecto que presentará el Ejecutivo que, en casos de delitos
contra la Hacienda Pública, como fue el caso del ex director
general de la Guardia Civil Luis Roldán, estos condenados tendrán
limitaciones para acogerse al tercer grado hasta que hayan devuelto
las cantidades de las que se apropiaron.
Las reacciones no se han hecho esperar y desde el PSOE se ha
pedido un diálogo inmediato, mientras que desde Izquierda Unida y
CiU se criticaba que se anunciara la reforma de manera unilateral y
sin previo aviso, aunque se mostraban dispuestos a hablar de ello
con el Gobierno. Por su parte, los nacionalistas del PNV señalaban
que el Ejecutivo saca ahora este asunto, una vieja aspiración del
PP, para desviar la atención de la opinión pública de la catástrofe
del 'Prestige'.
Estamos claramente ante una ofensiva en toda regla del PP, que
quiere superar las recientes horas bajas causadas por la marea
negra y recuperar la iniciativa política. Por otra parte, No es
novedosa la idea del Gobierno. Desde amplios sectores se ha
planteado la demanda del cumplimiento íntegro de las condenas por
parte de los terroristas con delitos de sangre. Es cierto que nunca
debe perderse de vista que el objetivo final del sistema
penitenciario español es la rehabilitación del delincuente y su
reinserción en la sociedad. Pero antes deberá quedar claro el
arrepentimiento. Si éste no se da, es absurdo hablar de beneficios
penitenciarios.
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