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El último día de 2002, el Ajuntament de Palma, como es tradicional, celebró los actos de la Festa de l'Estendard, que, como señaló el alcalde, Joan Fageda, es un homenaje a nuestras raíces, y se entregaron las medallas de oro de Ciutat al agente consular de los Estados Unidos, Tumy Bestard; a Tomeu Català, del Projecte Home; al presidente del Grupo Sol Meliá, Gabriel Escarrer; al presidente de Banca March, Carles March; y al ex ministro y ex presidente del Congreso de los Diputados, Félix Pons. Reconocimiento muy merecido en todos los casos, aunque parezca un número excesivo de distinciones en una misma fecha. ¿No se podía haber entregado alguna de ellas en años anteriores o, incluso, posponerla para el próximo año? Tal acumulación de premios da la sensación de fin de legislatura. Como si el alcalde Fageda y su equipo quisieran despedirse con los deberes hechos. Tampoco no se puede pasar por alto la falta de consenso entre los distintos grupos municipales a la hora de cerrar la lista de premiados.

Joan Fageda realizó durante su parlamento un minucioso repaso a las actuaciones llevadas a cabo por Cort a lo largo del año pasado. El discurso tenía, evidentemente, el matiz de una despedida. Éste ha sido su último parlamento de la Festa de l'Estendard como alcalde. Tiempo habrá de comentar el balance de su gestión al frente de Palma, pero ya se puede adelantar que, sin obviar sus errores, la suya ha sido una etapa positiva para la ciudad. Se podían haber hecho muchas más cosas. Ha faltado decisión y empuje en algunos proyectos, en otros se ha actuado con prisas electoralistas, pero a la vista están las realizaciones. Palma ha cambiado para bien en doce años. Y Fageda ha sabido gobernar la ciudad con un talante amable y sin autoritarismos que le ha granjeado el aprecio de una gran mayoría de los palmesanos.