Una suculenta cena fue la gran apuesta de muchos para despedir
el año a la espera de las doce campanadas e iniciar tan ansiado año
nuevo. El 2003 fue recibido con explosión de júbilo y alegría, tras
una silenciosa pausa donde toda Mallorca se concentró frente al
televisor o bajo el reloj de los respectivos ayuntamientos para
tomar las uvas de la suerte, todos juntos al ritmo de las
campanadas. Besos y «ríos» de cava despertaron la gran movida.
La plaza de Cort se llenó de gente de distintas nacionalidades,
en su mayoría alemanes, ecuatorianos e ingleses que compartieron
alegría con carrilanos y vagabundos que llegaron al calor del buen
ambiente que en Nochevieja se respiró bajo las agujas de en
Figuera. El cielo de Palma se iluminó durante diez largos minutos
de fuegos artificiales. Un hermoso espectáculo de colorido en el
que vecinos de todas las barriadas de Palma quemaban pólvora. Las
calles y autopistas se llenaron de una intensa pero fluida
circulación en dirección a discotecas, pubs, locales y salas de
fiestas donde la música, el ambiente y la bebida se convirtieron en
el principal objetivo para disfrutar del nuevo año hasta el
alba.
El Passeig Marítim fue uno de los puntos más concurridos donde
discotecas como Pachá, Tito's, Ib's, Caramelo o Zarabanda
reflejaban la gran aceptación de los noctámbulos con largas colas
en la entrada. Locales de moda como Salero, La Trompa, Made in
Brasil, La Bolsa, 113, etc se llenaron de asiduos. Gente, en su
mayoría adolescentes, vestida de manera elegante y, sobre todo las
chicas, seductoras y atrevidas, lucieron palmito con vestidos de
tirantes y muy escotados. La agradable temperatura dejó aparcados
abrigos y chaquetones en los armarios de casa.
Julián Aguirre
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