El catedrático de Geografía Humana de la Universitat de les Illes
Balears, Pere Salvà, estimó ayer, en el transcurso la Jornada de
Estudios Demográficos organizada por la Conselleria d'Economia,
Comerç i Indústria, que en el archipiélago balear viven actualmente
183.436 extranjeros, de los que sólo 105.957 están empadronados.
Los 77.497 restantes, por tanto, se encuentran en una situación de
no regularización y corresponden, según sostiene el catedrático, a
trabajadores ilegales y a turistas semiresidentes.
El director general de Economía, Antoni Monserrat -que sitúa el
número de trabajadores extranjeros en las Islas en unas 90.000
personas- defendió en su intervención que el fenómeno de la
inmigración es consecuencia única y exclusivamente de las
necesidades de mano de obra de la economía balear y dijo que sin
esta fuerza de trabajo foránea -básicamente peninsular y ahora
también extranjera- el archipiélago no habría podido llegar a los
niveles actuales de desarrollo.
Pese a ello, el director general de Economía advierte que para
mantener los niveles de crecimiento registrados en las islas
durante los últimos cinco años, la economía balear requeriría en el
año 2010 de un total de 154.000 nuevos trabajadores por encima del
crecimiento vegetativo de las población actual, lo que a su juicio
sería inasumible en términos de sostenibilidad medioambiental,
cultural y también económica, ya que llevaría implícita una crisis
posterior.
Este es precisamente el argumento que defiende e vicepresident
del Govern balear, Pere Sampol, presente ayer en las jornada sobre
demografía, quien considera necesario adecuar el crecimiento de la
economía a este tipo de limitaciones. Sampol precisó que el
crecimiento registrado en 2002, que fijó en torno al 1 por ciento,
«es excesivamente bajo» y apostó por buscar fórmulas que permitan
lograr crecimientos continuados de entre el 2 y el 2,5 por
ciento.
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