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Siete fachadas a tres calles. Así ha resultado el conjunto de viejos edificios que Tono Vila ha restaurado y convertido en un solo inmueble de viviendas, donde cada piso es singular. Por este trabajo recibió el Premi Ciutat de Palma de Arquitectura. Con experiencia en el campo de la rehabilitación, el arquitecto dice que cuando se enfrenta a un proyecto lo primero es «un chequeo al edificio». De ahí sale «el programa, intentando adecuar cada función al espacio que ya existe».

Varios años para concluir el inmueble que da a las calles Colom, Previsió y Església de Santa Eulàlia. Todo un reto donde, en el exterior, ha conservado el espíritu original de la amalgama de edificios, contrastándolo con elementos de modernidad. Como las galerías que dan a Colom, acristaladas y de madera tropical «que se conserva mejor».

«Fue como coser», asegura. Cada una de las viviendas «es única» al tener que amoldarse a las distintas alturas. Tuvo que inventar soluciones: rampas, puentes, duplex y triplex en ascenso o descenso, «las escaleras fueron el reto más difícil». «El resultado es que no hay ninguna vivienda igual, cada una es personal», comenta. «Fue una obra delicada y complicada y de lo que estoy más contento es que no hubo accidentes; el jefe de obra fue muy estricto con la seguridad». También se muestra orgullosos del patio interior, resultado de la unión de varios patios pequeños. «La fachada interior es muy moderna, con grandes ventanales que dan mucha luz y una pasarela de hierro y madera».

Sus ideas sobre arquitectura doméstica parecen claras: «Es para vivirla, usarla, ¡con el precio que tiene!; lo que más la define es la cultura de un pueblo, entendiendo esta palabra en su sentido más amplio; cada momento histórico tiene necesidad de una casa distinta y ésta evoluciona». ¿De las que ha hecho, cuál le satisface más? «La mía».

Mariana Díaz