La protección del territorio en la cuenca mediterránea es
insuficiente, pero al menos está planteada, mientras que el mar,
excepto en unos tímidos y muy reducidos casos, sufre «un déficit
enorme de preservación y conservación».
El mar es el gran desprotegido, a merced de sobreexplotaciones
pesqueras y prácticas peligrosas como la alteración de playas y
corrientes a través de la construcción en la costa, los vertidos o
el transporte de crudo. Todas las medidas de prevención que se
aplican en tierra no tienen paralelismos en el mar, al que se le
asigna una falsa capacidad de recuperación ante cualquier
adversidad.
Ésta podría ser la principal conclusión del segundo y último día
de las Jornadas sobre Biodiversidad Mediterránea y su Conservación,
organizadas por eClub Ultima Hora y la Fundación Ramón Areces, y
que ayer finalizaron en la Escola d'Hoteleria.
Como en el primer día, con inauguración a cargo de los duques de
Palma, la de ayer fue una jornada con una numerosa presencia de
público, nuevamente con mayoría de jóvenes estudiantes, a pesar de
ser festivo en la Universitat con motivo de su 25 aniversario.
Intervinieron ayer Juan Garay, jefe del Area Técnica de los
Parques Nacionales; Jean Pierre Lumaret, profesor de Biología de la
Universidad de Montpellier; Humberto da Cruz, ex administrador del
Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas para el Mediterráneo,
y Erick Mata, director de Bioinformática del INBio (Costa
Rica).
Sobre la protección del mar, Garay explicó que «existen lagunas
y dificultades competenciales para llevarla a cabo de una manera
eficaz. Es un tema muy complejo. En el estrecho de Gibraltar he
visto ballenas, orcas, cachalotes, delfines y tortugas. Sin
embargo, en esa zona no hay ningún tipo de protección».
El estado del Mediterráneo preocupa. Desde hace miles de años,
la presión humana en nuestro mar es una constante que se ha
acelerado e intensificado en las últimas décadas. El desarrollo de
actividades económicas debe compatibilizarse con una especial
atención por los recursos naturales y la biodiversidad.
El técnico de Parques Nacionales recordó que «un desastre
ecológico no se limita a afectar las zonas más cercanas. En el
medio ambiente, los daños no son aislados. En los propios parques
nacionales se han cometido errores, como por ejemplo la
introducción de algunas especies».
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