De entre todas las cosas que se podían ver ayer por la ciudad, nada
parecía tan obsoleto como los distintos carteles electorales en los
que aparecía la sonriente faz del candidato tratando de hacer
llegar su mensaje y atraer el voto y mucho más cuando todos ya
sabían que Matas sería el presidente y Cirer la alcaldesa, y que
mientras éstos digerían su triunfo, los que ahora están gobernando
deberían permanecer en sus puestos hasta que se produzca el relevo.
La duda estaba en si los consellers salientes todavía continuaban
dentro, en sus despachos, en su función, y cabía comprobarlo.
Para empezar, una ausencia. El conseller d'Economía, Joan
Mesquida, no estaba en su despacho. No había llegado y nadie pudo
informarnos de si más tarde lo haría. Habría sido una especie de
milagro, puesto que pudimos saber que estaba en Argentina, aunque
no nos aclararon si se trataba de un viaje oficial o de índole
particular.
Aina Salom ya estaba en su despacho de la Conselleria de Sanitat
las 8 de la mañana. Por el talante distendido y amable con que nos
recibe, nadie hubiera podido adivinar que no tendrá la oportunidad
de continuar con su proyecto, pues los electores de Balears no han
renovado su confianza al Pacte de Progrés. No obstante, dijo que
dejará su cargo con la satisfacción del deber cumplido, y con el
orgullo que «haber tenido el privilegio de contar con un
maravilloso grupo colaboradores excelentes». Cuando se refiere a
los hospitales que va a contar en breve Baleares, no siente que
vaya a ser el PP quien los inaugure, «porque si ellos inauguran, yo
puse los cimientos, yo negocié la cesión de los solares y los doté
de asignación presupuestaria».
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