El último 'solerista' es ahora el primer 'matista'. Pere Rotger,
alcalde de Inca, nacido en la capital del Raiguer en 1951, ha
demostrado durante su larga trayectoria cierta capacidad
camaleónica que no sólo no ha resentido su carrera política sino
que incluso ha servido para afianzarle en el puesto. Rotger acumula
cargos de forma proporcional a como acumula votos en su municipio.
En Inca no gana el PP; gana Rotger. Sus dos mayorías absolutas, en
1999 y 2003, han sido su principal aval para catapultarlo a la
primera línea política de Balears, de forma que el simple alcalde
de pueblo ha pasado a compaginar su cargo con el de presidente del
PP de Mallorca. A su ya larga tarjeta de visita tendrá que añadir
ahora el puesto de president de la Cámara balear.
Sus coqueteos con el 'solerismo' no le han pasado factura, lo
que demuestra que Rotger es un auténtico superviviente. Sabe nadar
y sobrevivir. Sobrevivió a UM, cuando este partido era casi
hegemónico en Inca de la mano de Antoni Pons, y tras ocho en la
oposición, logró la anhelada Alcaldía del municipio en el año 1995.
Y sobrevivió a Cristòfol Soler, a quien acompañó en el auge de la
Presidència y abandonó poco después de la caída a los infiernos. La
gran duda está en saber si, desde el puesto de president del
Parlament, sobrevivirá ahora a Jaume Matas en caso de que éste
abandone la Presidència del Govern por más altos destinos en la
capital del Reino.
De este político profesional, coyunturalmente solerista pero
siempre en la periferia de las familias del Partido Popular, se
alaba su capacidad de diálogo y consenso con las demás fuerzas
políticas. Sus apabullantes victorias podrían dar a entender que no
tiene críticos, pero los tiene. Dicen de él que la capacidad de
diálogo no es un talante sino una pose. Es decir que dialoga, por
lo tanto habla, pero no escucha. Si ha tomado una decisión, se
hará, aunque previamente se reúna y parezca dispuesto a cambiar de
opinión.
Lo que nadie le discute, ni afines ni críticos, es su indudable
capacidad de estar en sintonía con el pensamiento mayoritario. Lo
demostró recientemente cuando miles de manifestantes salieron a las
calles, también a las de Inca, para protestar contra la guerra de
Irak, aquélla que comenzó por unas armas de destrucción masiva que
aún buscan en el desierto. Se sumó a los críticos en contra del
pensamiento único de su partido y a favor del sentir de la mayoría.
Ni siquiera eso le ha apeado de la categoría de barón. Su
recompensa ha sido la Presidència del Parlament, un regalo no
exento de veneno que certifica el cerrojazo a sus declarados
anhelos de ser conseller.
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