Derroche de sensualidad y elegancia en todos los movimientos de la danza del vientre.

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Dicen, de la danza del vientre, que conserva el lenguaje corporal en su estado más puro. Si además, la sensualidad y elegancía de sus movimientos se mezclan con la belleza de la mallorquina Manuela Mañogil esta fusión puede crear lo más hermoso de tan ancestral baile. Esmer, nombre con el que fue impuesta hace un año en su bautizo de flores, ha sido desde entonces el ejemplo de muchas de sus alumnas. Durante dos horas a la semana mujeres de todas las edades aprenden los movimientos y ritmos de la danza del vientre, en el Centre de s'Escorxador, pero además imparte clases en otros centros culturales y privados como Victory's, Gimnasio Royal Club y Gimnasio Balboa. Desde muy pequeña Manuela ha aprendido diferentes tipos de baile, desde el clásico hasta la danza brasileña, pero ha sido la danza oriental con la que se ha sentido más llena. Desde hace tres años asegura haber conocido mujeres que ni ellas mismas se creían capaces de realizar este sugerente lenguaje corporal. Es un proceso lento, pero muy gratificante. «Al principio, -comenta- llegan con ropa cómoda y a medida que se van enganchando ellas mismas aparecen con faldas, cinturones y trasparentes velos». Las más jovenes vienen especialmente por la moda marcada por la cantante Sakira. Pero más allá de lo sensual y elegante que puede ser la danza del vientre se puede apreciar la mejora de muchas malas posturas y costrumbres corporales, «algunas alumnas -confiesa- me comentan haber mejorado en problemas de rigidez en el cuello, incluso en perdidas pequeñas de orina o mestruación, incluso gente con problemas de estreñimiento».
Activa, serena y contínuo estado de aprendizaje, Manuela además de profesora es jardinera particular desde hace ocho años. El próximo domingo participará en el bautizo de flores que realiza la profesora Helva, en el Pueblo Español, de quien asegura «es una excelente persona y de la cual he aprendido todo lo que sé».

Julián Aguirre