Tras el último año pasado por agua, la revetla de Sant Sebastià
revivió ayer. A pesar del ambiente invernal, casi polar para la
Isla, que se sufrió durante la noche, miles de palmesanos salieron
a la calle para celebrar la fiesta por excelencia de Ciutat. El
paréntesis del año pasado, en el que se vivió una jornada negra de
cancelaciones de conciertos y que motivó un descontento
generalizado, fue el detonante para que en esta ocasión los
ciudadanos decidieran salir masivamente para disfrutar de una noche
de alegría y diversión, eso sí, bien abrigados. La velada comenzó
con algo de retraso, a las 19.45, cuando el primer fogueró -el
oficial- ardía como estaba previsto. Jaume Matas, presidente del
Govern balear, y Catalina Cirer, alcaldesa de Palma, daban esus con
la encesa en la Plaça d'Espanya a sa revetla. Alrededor de mil
personas, según la Policía Local, se reunieron en torno a las
grandes llamaradas que al cabo de poco tiempo levantaba efogueró, a
los acordes de losxeremiers. Al tiempo se encaramaron los jóvenes
castellers de Mallorca realizando figuras de hasta cinco pisos
entre los aplausos del numeroso público.
Cirer destacó que este año son sus primeras fiestas como alcaldesa
de Palma y aseguró que sentirá de un modo «un poco diferente» la
celebración debido a la responsabilidad derivada de su cargo,
aunque dijo que tratará de disfrutarlas «al máximo». Y ciertamente
el ambiente hervía de aroma festivo, entre la amenización musical y
el olor de las múltiples torrades y puestos de botifarrons,
sobrassada, coca y gató entre otros productos mallorquines.
Las principales calles de Ciutat rebosaban alegría, buen humor y
ganas, muchas ganas de comer. El intenso aroma que emanaba de los
foguerons obligaba a hincar el diente. Muchos eran los ciudadanos
que, provistos de un «kit torrada» (botella de vino, sobrasada,
lomo, panceta, botifarrón y pan payés), torraron sin prisa pero sin
pausa en las distintas hogueras habilitadas para la ocasión.
También los políticos se apuntaron a la fiesta y PP, UM, EU y PSOE
encendieron sus propios foguerons. Entre las caras conocidas, vimos
a Jaume Matas, Rosa Estaràs, Maria Antònia Munar, Catalina Cirer,
Francesc Antich, Eberhard Grosske, Joan Fageda, Toni Roig, Antoni
Diéguez, Maria Salom, Pep Lliteres, Antoni Nadal y Damià Nicolau. Y
entre los anónimos, miles de palmesanos, incluidos muchísimos
inmigrantes, tanto sudamericanos como subsaharianos y europeos, que
también disfrutaron de la fiesta. Llamó la atención que en las
zonas donde no había previsto ningún acto (calle Unió, 31 de
diciembre, plaza Chopin...) muchos bares y cafeterías sacaron
torradoras a la calle para animar a los vecinos a participar de la
velada.
Al adentrarse la noche empezó a sonar la música. Excepto el de la
Plaça de Espanya, que se inició a las 21.00 horas, todos los
conciertos empezaron a las 22.00 horas, algunos con de retraso,
como el de la Plaça Major, que empezó 50 minutos después de lo
previsto, provocando indignación y hasta dos desmayos. Había para
todos los gustos. El pop melódico para el público más joven se dio
en la Plaça Major, que contó con la presencia de El Canto del Loco,
Raúl y los mallorquines Isla San Juan, que abrieron el espectáculo,
donde se congregaron una gran representación de los fans de esta
tipo de música, llenando la plaza a rebosar, tanto que la Policía
Local tuvo que enviar refuerzos a la zona para garantizar la
seguridad. Jóvenes, algunos todavía acompañados por sus padres,
bien abrigados, aunque convenientemente vestidos a la moda,
corearon las canciones y saltaron al ritmo de los temas más
comerciales.
En Cort, Vivian Caoba, Pelucón Flowers y Los del Río reunieron a
una gran cantidad de público motivado por la música ligera y un
toque de humor para todas las edades. Un público familiar alrededor
de las torradoras y una buena cena disfrutó al mismo tiempo del
peculiar show de Vivian y Pelucón. Los del Río aglutinaron a sus
fans de siempre, gente de mediana edad, y algunos jóvenes con ganas
de bailar.
El flamenco fue el gran protagonista en la Plaça Sant Francesc.
Pepe y Benjamín Habichuela y el Coro Rociero de Mallorca, con sus
quince integrantes, animaron la plaza con sus temas más famosos,
que fueron coreados por parte de los asistentes, aficionados al
arte flamenco más puro.
El rock en catalán regresó a la Plaça de l'Olivar, donde el
numerosísimo público joven y adulto enloqueció al son de Valentín
Mendoza, Això camina, Stock de Rock y Menaix a Truà. Entre los
asistentes pudo verse alguna bandera independentista y reparto de
pegatinas convocando a la manifestación del 14 de febrero con el
lema «Qui estima Mallorca no la destrueix».
La bossa nova también tuvo sus seguidores. The Moogrons, Beatriz
Binotti y Víctor Ugarte Group fueron vitoreados por sus seguidores
en la Plaça de Santa Eulàlia.
La fiesta seguía a pesar de que el frío y el viento no daban un
respiro a los «santsebastianeros». Lo mejor para muchos era
escuchar un poco de todo, así que a modo de tourné, algunos
ciudadanos se desplazaban entre la marea humana para recorrerse
todas las plazas. En ciertos momentos la circulación por calles
céntricas como Sant Miquel y Colom se hacía dificultosa, por la
avalancha de peatones, aunque el ambiente festivo y el buen humor
acompañaron en todo momento.
Algunas estaban un poco más lejos entre sí, es el caso de la de
Joan Carles I, donde actuaron los estadounidense Giant Sand y
Cracker, los australianos You Am I y los mallorquines Sterling, con
Adela Peraita, de Sunflowers, y Toni Toledo, de Sexy Sadie, como
voz y batería del nuevo grupo. Gente moderna, un poco alternativa,
se dio cita en esta plaza, donde el ambiente estaba también muy
animado.
También hubo ball de bot, que ocupó la Plaça d'Espanya, que acabó a
tope y donde más de trescientas personas se afanaron por bailar
boleros delante del escenario después de dar buena cuenta de una
típica cena de pa amb oli, mientras todavía muchas familias -al
menos otras trescientas personas más- se dedicaban a torrar y a
cenar.
Actuaron los conjuntos Xaloc, Herbes Dolces, Balladors de Lluc y
Tamarell, creando un ambiente típicamente mallorquín.
La principal novedad de este año fue el concierto que homenajeó los
veinte años del nacimiento de Peor Impossible. El conjunto de Rossy
de Palma tocó en Ses Voltes junto a Dirty Princess, Pleasure,
Neotokyo, Pastora y Àngel Molina, reuniendo a nostálgicos de
aquellos mágicos años ochenta, donde la creatividad parecía no
tener fin. Una pantalla gigante recordaba escenas de la época,
creando un ambiente entre psicodélico y yeyé.
Fue una noche de música y celebración que tenía un único objetivo:
que los ciudadanos de Palma disfrutasen de sus fiestas al máximo.
Algo que, según lo que pudimos contemplar en la noche de ayer, se
consiguió plenamente. El ambiente podría resumirse en tres
palabras: masificación, diversión y celebración.
La ´revetla´ de todos
Miles de palmesanos llenaron las plazas de Ciutat para vivir las fiestas de Sant Sebastià en una noche fría pero sin lluvia
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