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El PSOE ganó ayer las elecciones generales. Hacer esta afirmación hace cuatro días era un pronóstico demasiado arriesgado, quizá temerario, pero tras los dramáticos atentados de Madrid se ha producido un vuelco electoral que muy pocos se hubieran atrevido a vaticinar. Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero está en condiciones de ser el próximo presidente del Gobierno español con los 164 diputados obtenidos en las elecciones de ayer. A Zapatero le bastaría la abstención de Izquierda Unida, ERC y CiU para ser investido presidente. Será un presidente sin mayoría absoluta, por supuesto, pero con la autoridad moral suficiente para gobernar en solitario y con diálogo, mucho diálogo.

La debacle del PP se ha escrito en los últimos cuatro días. El jueves comenzó en Madrid el principio del fin del Gobierno del PP. Los ciudadanos no le han perdonado la deficiente gestión de la crisis del 11-M. Han castigado la confusión informativa y la sensación de que se estaba ocultando parte de la verdad sobre lo ocurrido.

La última etapa del Gobierno de Aznar se ha caracterizado por un exceso de prepotencia y por la imposición de un modelo de país excluyente frente a todos los que no compartían sus ideas. Los españoles le dijeron a Aznar que no querían la guerra de Irak, pero el presidente no escuchó. Prefirió apoyar a Bush. Ahora, todo el PP y Rajoy están pagando la prepotencia de Aznar. Ha perdido Rajoy pero el gran derrotado ha sido Aznar. Por vez primera, un partido pasa de la mayoría absoluta a la oposición. Y por primera vez, un candidato -Zapatero- accede a La Moncloa al primer intento.

¿Y qué ha ocurrido en Balears? Los socialistas han duplicado el número de diputados y el PP ha perdido el escaño ganado hace cuatro años. En las Islas también se ha producido un vuelco que ni los socialistas esperaban. Convendría hacer un análisis de estos resultados en clave autonómica. El Ejecutivo balear deberá ahora negociar con un gobierno socialista. Ya era tradicional que los dos gobiernos estuvieran liderados por partidos diferentes. Se ha vuelto a repetir la historia, pero estas islas no merecen más desencuentros políticos.