TW
0

Cales de Mallorca representa el paradigma del turismo familiar de sol y playa asociado aboom de los años 60. Fue durante aquella época cuando se proyectó esta urbanización constituida por grandes bloques hoteleros frente a la costa distribuidos en tres calas. Lo primero que llama la atención al turista al llegar aquí, tras tomar la bifurcación existente en la carretera que une Porto Colom y Portocristo es la extensión de los terrenos incluidos en la zona urbana y la distancia que separa algunos hoteles a la hora de dar un paseo. Proporciones que sugieren la idea de una macro urbe turística que por fortuna solamente se desarrolló en parte.

Este año los responsables de los diversos comercios de todo tipo que animan el centro no se muestran especialmente optimistas. Algunos calculan un descenso de ventas en un sesenta por ciento respecto a años anteriores y además aseguran que los clientes apenas gastan fuera del hotel. Lo que atribuyen a una devaluación del nivel adquisitivo para llenar plazas, que se traduce en pérdidas y mala imagen para Mallorca. Para mayor agravio, un mar algo agitado no presenta estos días su mejor imagen en algunos puntos del Llevant y aquí pudimos ver suciedad a base de plásticos flotando frente a la playa de Cala Domingos, a la que se accede tras bordear los restos de un antiguo restaurante abandonado. Un punto negro a eliminar en una zona declarada en su día Centro de Interés Turístico Nacional.

Gabriel Alomar