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El arzobispo castrense de España, Francisco Pérez González, realizó ayer su primera visita oficial a Mallorca, donde fue recibido por el comandante general de Balears, el general Luis Peláez Campomanes Fernández. El religioso castrense, además de realizar una visita por diferentes instalaciones militares, así como por la catedral de Palma, mantuvo encuentros con los sacerdotes que pertenecen al servicio religioso del Ejército en Mallorca.

Nacido en Burgos en 1947, Francisco Pérez se ordenó sacerdote en la ciudad italiana de Trento en 1973. En 1996 se convirtió en el primer religioso español que fue ordenado obispo por el Papa Juan Pablo II, acto que tuvo lugar en Roma. El año pasado fue nombrado, con la aprobación del Rey y a propuesta del Santo Padre, arzobispo castrense de España, cargo que conlleva la categoría de general de división. Además de esta labor castrense, el religioso lo compagina con la coordinación de obras misioneras en diferentes lugares del mundo.

Francisco Pérez reconoció que, a diferencia de otros capellanes, apenas ha tenido relación directa con el Ejército hasta que fue nombrado para representar este cargo. Explicó que en estos momentos el Ejército cuenta con 500 sacerdotes, aunque sólo 120 de ellos están en activo. Destacó la labor de estas personas en el Ejército, porque «es un punto de apoyo esencial para los militares. Además, es la persona que se encarga de potenciar la defensa de la paz y de extender el mensaje de Jesucristo».

Como miembro de la Conferencia Episcopal, el arzobispo castrense se mostró muy crítico con el anteproyecto de ley aprobado por el Gobierno, en el que se legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo y se autoriza a los homosexuales a que puedan adoptar niños. «Una ley no puede cambiar lo que marca la naturaleza. No se puede llamar matrimonio a algo que no lo es», señaló el arzobispo, que mostró su respeto hacia los homosexuales. Sin embargo, el religioso consideró que el hecho de que las personas puedan adoptar niños «rompe con todo el sentido común, con la racionalidad y con la propia naturaleza. Lo más grande de la naturaleza es que un niño pueda tener un padre y una madre», señaló.