Catalina Cirer convocó ayer a toda la militancia del Partido
Popular (PP) de Palma a implicarse personalmente en lo que definió
como «Operación Arrastre», una estrategia para que los populares
obtengan en la capital balear el «mejor resultado de su historia» y
les lleve, en 2007, no sólo a mantener el gobierno municipal y el
Ejecutivo autónomo, sino a gobernar el Consell de Mallorca, en
manos de UM desde 1995.
Cirer lanzó esta convocatoria nada más ser elegida presidenta de
la Junta Territorial del PP en Palma y de agradecer a José Marría
Rodríguez el trabajo que ha hecho en estos 17 años.
La nueva presidenta destacó la importancia de Palma para la
estrategia de futuro del partido e hizo una revelación: que tiene
un tapado que milita en Palma para asumir la presidencia del
Consell de Mallorca en el caso de lograr la mayoría.
No hubo ni una sola voz discordante en el II congreso
territorial del PP-Palma; un congreso que acaba con la bicefalia
(un líder del partido y un líder institucional) y que permite a
Catalina Cirer diseñar directamente la estrategia del partido.
Momentos difíciles
Tanto de las diferentes intervenciones de Cirer como de la de otros
oradores, se desprende que la labor de Rodríguez (17 años
presidiendo la junta local) no caerá en el olvido. Además, y para
que no hubiera dudas, el propio Rodríguez dejó claro que él seguía
siendo el secretario general del PP balear (segundo cargo en
importancia tras de Matas) y que no estaba diciendo adiós a
nada.
«No se trata de hacer borrón y cuenta nueva», había señalado
Cirer en su primera intervención. Fue en ese momento, antes de la
votación, cuando proclamó cuál había sido siempre su principal
valor: la coherencia.
«La coherencia es irrenunciable para mí», dijo Cirer que aludió
a «momentos difíciles» de años atrás que «pese al dolor político y
personal me han servido para crecer».
No aludió a que se estaba refiriendo pero, sin duda, aludía a
dos circunstancias: la dimisión de Cañellas en 1995 y el veto de la
dirección estatal para que plantara cara a Matas en 1999 por la
presidencia del partido.
«Yo no quiero ser ni más ni menos que ningún militante del
partido; sólo soy una más y por eso no os voy a ofrecer lo
imposible», dijo emocionada.
El congreso de los «populares» aprobó sin ningún voto en contra
un documento político, «Más Palma», que recoge el modelo de ciudad
para los próximos años. Todas las intervenciones fueron a favor.
Del mismo modo que nadie votó en contra de Cirer.
Aunque al congreso asistieron cerca de 300 personas, únicamente
32 personas participaban en la elección: los presidentes y
secretarios generales de las 15 juntas de distrito y dos
representantes de Nuevas Generaciones.
Estas 32 personas forman parte de la dirección pese a que el
peso político de la misma lo ejercerán (además de la presidenta) el
secretario general, los vicesecretarios y las secretarías de
área.
Pese a que ha habido renovación, dos cargos importantes, el
secretario general y el secretario de Organización, no han cambiado
de manos. El primero, Rafael Durán, ocupaba este puesto con
Rodríguez. Paco Frau -jefe de gabinete de José María Rodríguez en
la Conselleria d'Interior- sigue siendo secretario de Organización.
No puede hablarse de ejecutiva cirerista, sino de ejecutiva «de
partido». La propia Cirer señaló que «lo importante es el
partido».
Casi más que Cirer, el presidente saliente fue uno de los
grandes protagonistas del cónclave de ayer (al que no pudo asistir
Jaume Matas) y que marca el inicio de una nueva etapa en la vida de
los populares.
La alcaldesa se emocionó en varios momentos y también lo hizo su
antecesor, que sólo tuvo palabras de elogio para ella. Explicó que
él mismo había propuesto a Matas que Catalina Cirer le
sustituyera.
«Los cargos son para servir, no para servirnos», dijo Rodríguez
antes de declarar que «no os digo adiós sino hasta siempre».
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