A mediodía de ayer, en un vuelo procedente de Madrid, llegó
Diandra Douglas a Palma. Se tocaba con una pamela, una blusa
ibicenca algo escotada y vaqueros de color azul, atuendos que
resaltaban su maravillosa delgadez. La acompañaba un caballero,
moreno, que ocultaba sus ojos con unas gafas oscuras. No era Zac,
desde luego. Diandra llegaba a su casa, sin sus mellizos, con
muchas ganas de disfrutar unas cortas vacaciones, con cena, seguida
de fiesta, incluida -fiesta que dará el próximo sábado, en
s'Estaca- y mucho relax y disfrute de la naturaleza. Precisamente
por los mellizos, más que nada porque eran muy pequeños, Diandra
Douglas no acudió el verano pasado a su cita mallorquina, ausencia
que se notó.
Diandra, que logró que Michael Douglas se estableciera durante
largos periodos de tiempo en Mallorca, donde además adquirió -o
mejor dicho, adquirieron- s'Estaca, una de las casas más
emblemáticas de Mallorca, en la que recuperó el paisaje y los ricos
vinos que se elaboraban en aquella zona, y que, de un tiempo a esta
parte, y a pesar de que en la World Travel Market siga
promocionando Balears, y Mallorca, ha dejado de venir, dicen porque
a Zeta Jones le tira más Gales, su tierra, que este archipiélago,
aunque este año, a decir verdad, si no viene es porque está rodando
en Canadá. Ella, por el contrario, sigue visitándonos anualmente,
como ahora. Es más, según cuenta a menudo, jamás abandonará la Isla
ni venderá la parte que le corresponde de la finca de la Serra de
Tramuntana, parajes que conoce muy bien porque pasó en ellos muchos
años de su adolescencia.
A Diandra le deseamos una feliz estancia entre nosotros, donde
hay mucha gente que la sigue queriendo y admirando.
Pedro Prieto
Foto: Julián Aguirre
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