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El alcalde de Calvià, Carlos Delgado, incumplió ayer las órdenes impuestas por el president del PP balear, Jaume Matas, e hizo uso del voto del tránsfuga Joan Thomàs para poder aprobar temas trascendentales en el pleno del municipio que no contaban con el respaldo de Unió Mallorquina. Jaume Matas tiene un problema y se llama Carlos Delgado. El president del PP balear ordenó al alcalde que rompiera con Thomàs y en lugar de cumplir las instrucciones, Delgado se atrincheró con la Junta Local de Calvià y se puso en rebeldía. Acto seguido, la dimisión de Thomàs suavizó la situación de Delgado, quien todavía tenía otra orden por cumplir: recomponer el pacto con UM. Pero Delgado tampoco ha cumplido la segunda parte del mandato de la ejecutiva regional del PP, adoptada por unanimidad. Una semana después del inicio de las conversaciones entre Delgado e Isidre Cañellas, el pacto sigue estancado y el acuerdo es prácticamente imposible. UM ha pedido a Delgado que no utilice el voto del edil tránsfuga, pero el alcalde ha hecho oídos sordos y ha despreciado la petición de sus socios. Una petición, por cierto, que también se ha planteado desde la dirección regional del PP, tal y como ha expresado el secretario general de los populares, José María Rodríguez, durante la última semana.

Delgado no parece dispuesto a ceder ni un ápice en su postura inicial y el alcalde de Calvià hace caso omiso del mandato impuesto por Matas y la ejecutiva regional del PP. Por lo tanto, el problema ha trascendido ya el ámbito municipal y debería ser Matas el que tomase medidas contra Delgado por incumplir una orden de la dirección de su partido. De hecho, el silencio del president no hace más que dar alas a Delgado y enturbia las relaciones con UM. Y Matas debería ser consciente de ello.