El centro hospitalario de referencia de nuestra Comunitat
Autònoma, Son Dureta, cumple estos días su primer medio siglo de
vida con un largo y denso bagaje a sus espaldas y un futuro en
alguna medida incierto por delante. Hasta el momento, el hoy
Hospital Universitario ha alcanzado sus cincuenta años con un
altísimo nivel de satisfacción tanto entre los profesionales que
allí prestan y han prestado sus servicios, como en los cientos de
miles de pacientes que han pasado por sus consultas y
habitaciones.
Ciertamente, no todo han sido luces en la evolución del hospital
desde aquel lejano 1955 en que fue inaugurado, aunque el balance
general resulte positivo. Hay que remontarse a aquella sociedad
casi de postguerra en la que nació el primer centro médico público,
no de beneficiencia, para atender a una población creciente y
pujante. Los inicios fueron difíciles, pero se acabó por alcanzar y
consolidar una posición de grandísima profesionalidad, trato humano
y medios técnicos que han convertido a Son Dureta en uno los veinte
mejores hospitales del país. No tiene los lujos ni las comodidades
de una clínica privada, pero todo el mundo reconoce la calidad de
la medicina que se practica en el veterano centro sanitario.
Pero hay que hacer un esfuerzo para evitar las situaciones de
colapso que en algunas ocasiones se producen, provocando escenas
deplorables. Ahora todo apunta a que será el nuevo hospital ubicado
en Son Espases el que tendrá que acometer los cambios y mejoras que
sean necesarios. El actual Son Dureta tiene los días contados.
Frente a la opción de la reforma integral en el mismo sitio, el
Govern ha optado por un nuevo emplazamiento. Ha sido una decisión
rodeada de mucha polémica y habrá que ver a quién dará la razón la
sociedad cuando pasen los años. Lo que importa es que el nuevo
hospital se adecúe a las nuevas necesidades de la sociedad balear,
tan cambiante y creciente como aquélla de 1955.
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