Esta última semana ha resultado especialmente trágica en las
carreteras de Balears, al igual que ha sucedido en las del resto
del Estado. De nada sirven las estadísticas frente al enorme drama
humano que supone la pérdida de vidas o las graves secuelas de los
heridos en accidente de circulación. Atajar el problema requiere
actuaciones en diversos ámbitos en las que deben implicarse todas
las Administraciones.
Mucho se ha avanzado en la eliminación de los llamados puntos
negros de la red viaria, pero aún existen rincones de una
peligrosidad extrema que deben ser modificados. También es ingente
el progreso de los vehículos en cuanto a seguridad activa y pasiva.
Aunque continúa el incremento de la potencia de los motores, lo que
permite desarrollar una mayor velocidad a pesar de las limitaciones
legales.
Con todo, el factor humano es el responsable de la mayor parte
de los accidentes. Las imprudencias, los excesos de velocidad, los
adelantamientos indebidos, los despistes y el uso del teléfono
móvil mientras se conduce son hechos que están al orden del día,
por lo que es preciso acometer cuantas campañas educativas e
informativas sea preciso. Incluso cabe el endurecimiento de las
medidas penales y sancionadoras frente a los comportamientos
irresponsables.
Dicho todo esto, resulta sorprendente que una gran mayoría de
los fallecidos en todo el Estado a lo largo de este último puente
no llevara el cinturón de seguridad.
Por todo ello parece imprescindible que, al margen de las
medidas punitivas, se emprenda una labor educativa que comience
desde la base, para que se comprenda desde la más tierna infancia
la importancia de la responsabilidad una vez que se toman los
mandos de un vehículo a motor.
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