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La Relojería Alemana celebró ayer su 125 aniversario en la historia comercial de Palma, un acontecimiento conmemorado en el Centre Cultural Pelaires, que marca toda una época con el sello de la elegancia y la distinción que ha caracterizado el establecimiento desde su fundación. Al acto, presentado por el escritor Joan Pla, autor junto al propietario del histórico comercio, Pablo Fuster, de un gran libro conmemorativo, asistió el president del Govern Balear, Jaume Matas, quien destacó el reto de la supervivencia empresarial más allá de dos generaciones y su componente humano y sentimental. También estuvieron presentes, Blanca y Paula, hijas de Pablo; el presidente de Cartier en España, Antonio Candil y la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer, entre otros invitados.

Guillermo Krug, relojero alemán afincado en Palma fue su fundador. «Unos años después entró a formar parte del equipo un aprendiz de 16 años, mi abuelo Pablo Fuster. Él era un joven emprendedor, entusiasta e inteligente y poco a poco fue haciéndose imprescindible y se fue ganando la confianza del propietario aportando ideas nuevas que hicieron de la Relojería Alemana, ya en ese momento un establecimiento diferente a todos los que había en ese mismo campo. Al fallecer, mi abuelo se convirtió en el dueño de la Relojería Alemana, y así empezó una cadena de relojeros y joyeros que llega hasta mi», indica Pablo Fuster, en la actualidad titular del emblemático comercio mallorquín devenido en gran empresa familiar.

Recordando esta saga familiar que en su persona alcanza la tercera generación, Fuster señala, «Gaspar Fuster, mi padre, continuó la tradición familiar y se convirtió en una persona conocida y popular dentro de la sociedad mallorquina. Fue el quien decidió incorporar la venta de las mejores marcas de relojes del mundo, ampliando así no sólo el local sino también el equipo de profesionales que trabajaban con él. Además, incorporó en sus instalaciones un servicio de reparaciones y mantenimiento con la garantía exclusiva de las prestigiosas marcas que se vendían en la relojería. Poco a poco fui ganando en experiencia y presentando algunas piezas de diseño propio a concursos internacionales, consiguiendo triunfos como el primer premio nacional de alta joyería en 1973». Galardones que han consagrado a nivel mundial la Relojería Alemana.

G. Alomar