Don Felipe quiso agradecer las muestras de cariño de los ciudadanos con un saludo.

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Poco después del mediodía, los reyes de España, acompañados por sus hijos, yernos y nietos, entre ellos la infanta Leonor, llegaron en diversos automóviles a la Seu palmesana para asistir a la misa de Pascua, tradición que siguen desde hace unos años. Esta vez, sin embargo, fue especial porque el acto contó con un personaje a quien todos tenían ganas de ver, la pequeña Leonor, que hacía su cuarta aparición en público desde su nacimiento. La primera fue a poco de haber nacido, la segunda en Lanzarote la Navidad pasada, la tercera en Madrid, a la salida de un centro comercial, y la cuarta, ayer.

Y decimos que todos tenían ganas de verla porque, aparte de que las máquinas de los fotógrafos enloquecieron a nada que la cría apareció en brazos de su madre, se pudo oír un murmullo seguido de una ovación ensordecedora por parte del público que abarrotaba los alrededores de la Catedral de Mallorca. Y es que no era para menos. La primogénita de los príncipes de Asturias estaba allí, por primera vez en Palma. Como no podía ser de otro modo.

El Rey y su esposa, doña Sofía, fueron los primeros en llegar. Lo hicieron a bordo de un Volvo que conducía el Monarca. A continuación llegaron los príncipes de Asturias con la pequeña Leonor. La princesa Letizia, que la portaba en brazos, la mostró a todo el mundo. Los presentes pudieron observar que la manchita que tiene la infanta en la nariz era casi tan imperceptible que más que verla la tuvimos que imaginar. Aunque, realmente, más que eso, llamaron la atención sus ojos, hermosos, grandes y azules, y, por supuesto, el gesto de sorpresa ante tanta gente que pronunciaba su nombre desde todas partes. Mientras los más pequeños de la casa -los hijos de los duques de Palma, Juan Valentín, Pablo Nicolás y Miguel, vestían con bermudas azules y jersey verde, mientras que Froilán lucía bermudas y chaqueta- se iban alineando al lado de sus respectivos padres para la sesión de fotos, la Reina acariciaba a la pequeña Leonor a la vez que el Rey no sabía dónde colocarse, por lo que optó por esperar a que se ubicaran los demás. Y es que está visto que los críos, y sobre todo la más pequeña de todos, le han restado protagonismo al Monarca.

A las fotos siguieron los saludos. Primero hablaron con el obispo Jesús Murgui, que besó a Leonor, y después saludaron a los canónigos, que estaban alineados en fila india. Tras poco menos que una entrada triunfal en el templo -la pequeña Irene, hija de los duques de Palma, fue llevada por la nurse a uno de los coches, por lo que no asistió a misa-, donde miles de flashes dejaron su estela tras el recorrido que hicieron por el pasillo central hasta la primera fila de bancos, se inició la misa, que, como en años anteriores, fue celebrada por el canónigo Guillermo Julià, acompañado por el resto de canónigos del Cabildo. El obispo, a esa hora y con motivo de la Pascua, estaba siendo saludado en el Palacio Episcopal por los feligreses que quisieron acercarse al lugar. También, al igual que en misas de Pascua de años anteriores, Bartolomé Veny tocó el órgano. En esta ocasión interpretó fragmentos de Bach, Böellman y Buenaventura Somma, entre otros compositores.

Finalizada la misa, la Familia Real vivió un nuevo baño de multitudes. En esta ocasión, la infanta Leonor salió en brazos de su padre, el príncipe de Asturias. De nuevo posaron ante los fotógrafos. Otra vez saludaron a la concurrencia y, tras despedirse de los canónigos, entraron en sus respectivos coches tras una nueva ovación del público, que seguía en pie sin haber abandonado sus puestos -más que nada por aquello de que quien va a Sevilla pierde su silla-, y regresaron a Marivent.

Pedro Prieto
Foto: Pere Bota