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unque los oculistas advierten que hay que proteger nuestros ojos del sol todo el año, es en estas fechas cuando se hacen imprescindibles unas buenas gafas de sol. Es por ello que en verano se dispara la venta de estos complementos, aunque hay muchos que prefieren acudir a un rastrillo que a un óptico.

Dos tercios del mercado de las gafas de sol lo manejan los bazares, chiringuitos y demás establecimientos que, aunque venden a precios muy asequibles, no cumplen con las garantías de calidad y seguridad. Todas las gafas de sol reducen la luminosidad de lo que vemos, pero tan sólo las lentes que obtenemos en la óptica nos protegen de los rayos ultravioleta.

«Lo más importante es dejarse aconsejar por un profesional», afirma Toni Llompart, dueño de Primera Ópticos Sindicat y con casi medio siglo de experiencia en la venta de gafas.

Llompart explicó que este año se llevan las gafas de sol de cristal grande, de pasta y lente oscura, aunque ha habido un aumento en la venta de las gafas con cristal de color. Los mayores suelen buscar la mayor calidad posible de los cristales, mientras los jóvenes tienden a priorizar el diseño o la marca. «Pero todos los que eligen venir a una óptica buscan calidad», recuerda el dueño de Primera Ópticos Sindicat. Y es que llevar unas gafas de sol incorrectas puede llegar a resultar contraproducente. Unas lentes oscuras reducen la luminosidad, por lo que la pupila se dilata y absorbe más rayos ultravioleta. Las gafas de sol que compramos en el óptico repelen estos rayos, pero en cambio las lentes que conseguimos en un chiringuito no ofrecen dicha protección.

No hay que tomarse a la ligera la salud de nuestros ojos. Un buen cristal nos puede evitar muchos disgustos. lCristóbal Ripoll
Fotos: Jaume Morey