Massot, nacido en la capital balear en 1941 y residente en el Monasterio de Montserrat, pronunció el pregón con el que dieron comienzo los actos de la Festa de l'Estendard, cita que conmemora la llegada a Mallorca de las tropas del Reino de Aragón al mando de Jaume I en 1229.
Entre el numeroso público que se dio cita en el Ajuntament, se encontraba la alcaldesa, Aina Calvo; la rectora de la UIB, Montserrat Casas; la consellera de Educació, Bárbara Galmés; la diputada Aina Radó; todo el equipo de gobierno municipal salvo Eberhard Grosske, Maribel González y Joaquim Rodríguez.
Asimismo, escucharon la exposición del historiador la ex alcaldesa Catalina Cirer y los regidores del PP, el presidente de la Obra Cultural Balear, Jaume Mateu; el presidente del Centre Econòmic i Social, Llorenç Huguet; y la ex presidenta de la Associació per a la Memòria Històrica de Mallorca, Margalida Capellà.
La regidora de Cultura del Ajuntament, Nanda Ramon, presentó brevemente a Josep Massot a quien se refirió como una persona que «sin juicios, busca la verdad desde la reconciliación».
El religioso e historiador recordó que en 2008 se cumplirá el octavo centenario del nacimiento del rey que expulsó a los árabes de Mallorca y subrayó que su especialidad es la contienda civil española, un «conflicto fraticida y cruel» con nefastas consecuencias para España y Mallorca, dijo.
Massot recordó que el conflicto bélico truncó el futuro de muchos mallorquines más o menos cercanos al ideario de los sublevados y principalmente de todos aquellos mallorquines de izquierdas o fieles a la República, que sufrieron «en carne propia las secuelas de una represión implacable e inacabable».
Massot i Muntaner citó, entre otras figuras históricas, al «moderado y católico» Emili Darder, alcalde republicano de Palma fusilado, y a la joven comunista Aurora Picornell, ejecutada junto a otras mujeres.
Se refirió también al testimonio de la represión en Mallorca recogido por el escritor derechista francés George Bernanos en su novela «Los grandes cementerios bajo la luna», y a la desalentada impresión de los crímenes en el lado republicano que refiere la filósofa judía francesa Simone Weil.
El historiador, para quien «la irracionalidad, el desorden y la falta de escrúpulos» fueron comunes a los bandos enfrentados, también rememoró figuras de exiliados como Gabriel Alomar y Joan Estelrich.
«La memoria histórica de la Guerra Civil no es, pues, unívoca, ni podemos hablar con actitudes maniqueas y simplistas», afirmó el pregonero, que animó a recordar a los asesinados «sin ningún motivo», a quienes padecieron calumnias, a los que se vieron obligados a dejar su tierra, a los presos por sus ideas y a quienes perdieron sus bienes de forma arbitraria.
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