TW
0

Raúl Castro sucede a su hermano Fidel al frente de Cuba, una decisión que no ha sorprendido y que confirma el inmovilismo del régimen comunista en la isla caribeña.

Hasta el momento, cuando se ha oficializado la asunción del poder por parte de Raúl Castro, no se vislumbra ningún atisbo de cambio en la política cubana. El castrismo trata de perpetuarse, incluso después de la eventual desaparición de su creador, Fidel, cuya figura ha pasado a ser de auténtica tutela. Por tanto, a corto plazo, no cabe esperar grandes cambios respecto a la democratización y al modelo económico vigente en Cuba.

Todo indica, por tanto, que la nueva orientación de Cuba, abierta con la retirada de Fidel, será un proceso largo y lento. Su hermano Raúl ya se ha encargado de anunciar un continuismo que se enfrenta al devenir lógico de la historia. No parece que pueda tener continuidad el castrismo sin su creador, Fidel, ni su heredero Raúl. Del mismo modo que el franquismo sucumbió con la muerte de Franco, lo mismo es previsible que suceda con el castrismo; de sus gobernantes dependerá que la transición sea ordenada y pacífica o, por el contrario, abrupta.

La situación política de Cuba adquiere una especial trascendencia en Balears, donde las principales cadenas hoteleras han realizado cuantiosísimas inversiones y mantienen abiertos un buen número de complejos turísticos del más alto nivel. Por el momento impera la tranquilidad, aunque serán los próximos años los que irán marcando los indicadores del nuevo rumbo que quiere tomar el régimen cubano. Lo importante es que pueda hacerlo en libertad y de manera democrática, como se merece el pueblo cubano.