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Hoy se cumple el primer año de la entrada en servicio de una de las infraestructuras públicas más emblemáticas de Palma, el metro. La obra comenzó a ser operativa apenas un mes antes de las pasadas elecciones autonómicas. Debía ser uno de los iconos de la gestión del anterior Govern, presidido por el conservador Jaume Matas.

El nuevo transporte público tuvo muy buena acogida "bien es cierto que el uso era gratuito" entre la población, que destacó de inmediato su rapidez y puntualidad, además de convertirse en una alternativa real en el acceso a algunos puntos saturados de tráfico rodado, como el Polígono de Son Castelló o el campus de la Universitat.

Sin embargo, apenas a los seis meses "en el mes de septiembre de 2007" los responsables del nuevo Govern se vieron en la obligación de clausurar el metro como consecuencia de las repetidas inundaciones en diversas estaciones que revelaron graves errores en la ejecución del proyecto, como consecuencia de un trabajo realizado de manera precipitada y carente de la necesaria coordinación institucional entre el Govern y el Ajuntament de Palma; y todo ello con un presupuesto desbocado.

Desde hace ocho meses el metro de Palma está cerrado y, disputas políticas al margen, los ciudadanos son los principales perjudicados. Podrá discutirse si era o no necesario el metro, pero una vez construido lo que debe hacer el Govern es ponerlo de nuevo en marcha cuanto antes, una vez que se hayan resuelto todos los problemas que afectaban a su seguridad. No se puede ignorar que muchos ciudadanos se han preguntado en los últimos meses si era necesario tener parado el metro tanto tiempo. Descartada una voluntad política de retrasar deliberadamente su entrada en servicio, para perjudicar al PP, todo indica que el Govern ha primado la seguridad por encima de todo y no ha querido correr riesgos. Palma volverá a tener metro. Lo que no se sabe es cuándo.