La espectacular operación dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón contra la organización criminal de origen ruso más importante del mundo, denominada Tambovskaya-Malyshevskaya, ha tenido su epicentro en Mallorca con la detención de Gennadios Petrov, jefe de la banda de mafiosos que se extendía por distintas localidades del Levante, Costa del Sol y Balears.
La operación -denominada «Troika»- que dirige Garzón, que hoy se desplaza a Palma para interrogar a los detenidos, trata de esclarecer la comisión de delitos vinculados con asesinatos, tráfico de armas, sobornos, negociaciones ilegales, contrabando de cobalto y tabaco, tráfico de drogas, palizas y amenazas. Además, también figuran imputaciones por asociación ilícita, blanqueo de capitales, delitos contra la Hacienda Pública y falsedad en documentos públicos, oficiales y mercantiles.
Todos los indicios apuntan, por el momento, a que la organización de Petrov en Balears centraba su actividad en la delincuencia económica, en contraste con otras zonas de España en las que la violencia extrema era una constante en las actuaciones de los integrantes de esta peligrosa organización mafiosa. Los impresionantes inmuebles que su líder ocupaba en Mallorca son una prueba de los pingües beneficios que le reportaban estas actividades ilícitas que, a la espera del resultado final de las pesquisas judiciales, podrían estar manchadas de sangre.
El éxito de la operación «Troika» tambien lleva aparejada una lógica preocupación. ¿Cuántos Petrov más hay en Balears? La pregunta es inquietante por cuanto, probablemente, no tenga una respuesta cierta. La delincuencia internacional no debe tener refugio en nuestras Islas y es preciso redoblar su control antes de que importen, también, sus procedimientos más sangrientos.
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