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Los alcudiencs celebraron ayer el día de su patrona, la Mare de Déu de la Victòria, en una romería llena de tradición, cultura y diversión. El calor no fue un impedimento para los cerca de 700 vecinos de Alcúdia que se animaron a subir a La Victòria.

Las autoridades del Ajuntament llegaron a la ermita a las 11.30 acompañadas por la banda de música del municipio y lideradas por el alcalde, Miquel Ferrer, con el objetivo de asistir a la tradicional misa que se celebra cada año en la explanada del templo.

Después de cantar la Salve, los romeros desfilaron por delante de la imagen de la Virgen, que estuvo presente durante todo el acto. En el desfile, los romeros recibieron el típico ramito de camomila cuando iban a venerar a su patrona, la Mare de Déu de la Victòria.

Los más pequeños también pudieron disfrutar de la diada gracias a la tradicionales carreras de joies que se llevaron a cabo justo antes de comer. En los alrededores de la ermita, sus padres y familiares habían montado ya las mesas para comer una gran paella cocinada para cientos de personas. Las autoridades compartieron el almuerzo con los demás romeros en las mesas situadas frente al templo.

Después de la comida, la banda de música tocó los dos tradicionales pasodobles: el de Amparito Roca y el de Paquito Chocolatero. El alcalde, Miquel Ferrer, se atrevió a dirigir, con mucho donaire, una de las dos piezas musicales.

Acto seguido, todos los romeros se dirigieron al ballador para contemplar el baile de la Jota de La Victoria, que cada año se encargan de abrir el alcalde de Alcúdia y su esposa. El ajetreo fue constante durante todo el baile puesto que, como manda la tradición, los asistentes se estuvieron preparando para recoger una gran lluvia de avellanas que arrojaron a los dos bailarines, que fueron muy aplaudidos.

Un año más, la romería fue todo un éxito. El buen tiempo y el ambiente festivo llenaron la ermita durante todo el día y volvieron a hacer de La Victòria el escenario de unión de los alcudiencs.

C. Alzamora/M.Ramis