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La esperada comparecencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Congreso de los Diputados "obligado por todos los grupos políticos" para debatir la actual situación de la economía española apenas aportó novedades, tanto en el capítulo del análisis como en el de soluciones.

El permanente recurso a las causas exógenas "evolución a la baja de la economía estadounidense y espectacular alza del precio del petróleo, además del encarecimiento de los cereales y sus derivados" por parte del presidente Zapatero resulta especialmente preocupante, toda vez que el vertiginoso deterioro de los principales índices económicos españoles requiere, y con urgencia, la adopción de medidas más contundentes que la simple modificación de la Ley de Arrendamientos Urbanos. Con estos anuncios no parece que vaya a detenerse el crecimiento de las listas de desempleados, cuyas cifras van a poner a España en la cabeza de los países de la OCDE. Desde el Gobierno da la impresión de que se persiste en la idea de dejar que sea el propio fluir de los acontecimientos el que resuelva los problemas.

Todos los grupos políticos, el Partido Popular con especial contundencia, expresaron su escepticismo respecto al panorama económico dibujado por el presidente en el Congreso de los Diputados. La de ayer fue la primera ocasión en la que se le recordó a José Luis Rodríguez Zapatero que a pesar de su victoria electoral en marzo no tiene la mayoría parlamentaria, y menos cuando se habla de economía. La actual es una coyuntura económica adversa y compleja en la que, lo advertíamos ayer mismo, es imprescindible recuperar la confianza para impedir que los mecanismos de generación de riqueza y empleo se detengan. No parece que la intervención del presidente Zapatero lo vaya a lograr con su actitud.