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La barriada de es Jonquet es, según sus vecinos, «la Cenicienta» de Palma. Es Jonquet, topónimo que hace referencia al lugar en donde nacen los juncos ('joncs'). El límite de la barriada lo marca la calle de Sant Magí, la vía Argentina, la calle Monseñor Palmer y el Paseo Marítimo.

Una formidable zona extramuros con múltiples posibilidades que vivió durante la década de los 80 y principios de los 90 una degradación de la que le ha costado salir. Zona de drogas y prostitución, pero también un lugar emblemático de la «marcha» palmesana.

Protagonistas de los múltiples cambios que ha vivido esta barriada de pescadores, molineros y cordeleros han sido sus molinos. Y es que la imagen más típica del Jonquet es aquella en donde aparecen sus molinos de viento harineros. En planos antiguos se llegan a ver hasta nueve molinos que recorren el 'sky line' del Jonquet. En la actualidad, sobreviven cinco de ellos, pero en circunstancias muy diferentes.

El más alejado de las murallas es el d´en Garleta, que fue rehabilitado en 1993 y desde 2005 se convirtió en museo. El segundo es el de Nom de Déu, también rehabilitado y reconvertido en centro cultural. El tercero ya no existe; era el d´en Toni Trossos, y se derrumbó en 1931. Los tres siguientes son los que mayores problemas tienen. El d'en Carreres, donde ahora está localizada la discoteca Art Decó, ha sobrevivido a varios incendios, el último, hace unos meses. Los dos siguientes son el de sa Garriguera y el d'en Celos, que han sido utilizados en diversas etapas como salas de fiesta y su estado es precario. El más cercano a la ciudad antigua, el d'en Moll, fue derribado en noviembre de 1975.

La Asociación de vecinos de es Jonquet lleva años luchando para que las instituciones se decidan a actuar y expropien los molinos a los actuales propietarios. La portavoz de la plataforma 'Salvem es Jonquet', Margalida Roselló, asegura que ahora que se ha conseguido que la barriada se convierta en BIC, «es urgente que se actúe cuanto antes para proteger los molinos de sa Garriguera y d'en Celos que han llegado a un estado tal de degradación que es muy difícil vaticinar cuándo puede ceder la estructura».

En este sentido, Magdalena Moragues, presidenta de la Asociación de vecinos, explica que hay multitud de documentos de la UIB y de ARCA, la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics, que avalan la importancia histórica de los molinos.

Si el panorama exterior de los molinos que formaban la discoteca PalmaPalma es terrible: las aspas de los molinos han desaparecido en su gran mayoría y las grietas campan a sus anchas por la estructura de los molinos; aún más lo es su interior. Del auténtico molino poco queda, ya que su estructura se desvirtuó al adaptarla a una sala de fiestas, ya cerrada.

Acceder al interior de estos molinos es muy fácil, la puerta de entrada no tiene ningún tipo de seguridad, ni está tapiada. El panorama del interior es «desastroso», toneladas de basura, restos de la antigua discoteca y desechos se amontonan desde hace años sin que nadie haga algo para evitarlo. Paraíso para drogadictos, desde hace dos meses, se ha convertido en improvisado hogar para tres sin techo. Jakob, rumano de 58 años, lleva siete meses en España, y dos viviendo en el interior de los molinos rodeado de basura. No es el único habitante, otro rumano y un español conviven con él. «Tenemos la mejores vista de Palma», asegura Jakob. Del resto, la basura y las ratas, prefiere no hablar. ¿Por qué esta degradación? Margalida Roselló lo tiene claro. Los molinos, como el resto de es Jonquet, han vivido la especulación y la avaricia de muchos. «Esta zona es una perita en dulce; tenemos las mejores vistas de la ciudad al Paseo Marítimo, pocos quieren conservar estos molinos cuando se pueden construir viviendas de lujo en primera línea», señala.

Por interés, o por simple dejadez, los tres molinos continúan su lenta pero inexorable degradación, a pesar de que ha habido intentos por rehabilitarlos. El Ajuntament en 2005, dirigido entonces por Catalina Cirer, firmó un convenio para su rehabilitación con la Conselleria de Medi Ambient valorado en más de un millón de euros, que no llegó a convertirse en realidad y que, esta legislatura, la nueva alcaldesa, Aina Calvo, ha dejado caducar sin actuación alguna.

Esperemos que la valoración de zona BIC permita que estos emblemáticos molinos salgan de su estado y luzcan como hace años. Mientras, esperan impacientes un «necesario lavado de cara».