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El embajador de Bulgaria en España, Iván Christov, es un hombre afable, de acogedora sonrisa, con amplios conocimientos sobre arte, que, como diplomático, se ha impuesto una misión, que Europa pierda sus prejuicios y comprenda que los búlgaros «somos europeos». Christov viajó a Mallorca acompañando al ministro de Cultura de su país, Vezdhí Rashidov, quien ayer entregó la medalla Siglo de Oro a dos mallorquines, Pere A. Serra, presidente del Grup Serra, y Bernardo Quetglas, presidente de Sidetours, por su aportación «al desarrollo del arte plástico mundial y por su aportación a la popularización de la cultura búlgara». El acto tuvo lugar en el Parlament.

España acoge a 200.000 búlgaros, de los que 154.000 tienen sus papeles en regla. Son personas que han salido de su país «en busca de una mejora económica», pero al embajador no le gusta llamarles inmigrantes, sino «ciudadanos europeos», porque su país forma parte de la Unión Europea y tiene una gran vocación europeísta.

Bulgaria, cuenta el embajador, «es el Estado más antiguo de Europa con más de 1.300 años de existencia», fruto de la confluencia de varias culturas, la bizantina, la romana y la tracia. Por eso, tanto Christov como sus colegas en otros países europeos, «estamos luchando para que los políticos y los altos cargos nos reconozcan como europeos». Para el embajador, ése es uno de sus principales objetivos, «luchamos diariamente contra ese prejuicio, por eso invito a los mallorquines a que visiten mi país y vean que somos un país europeo; hemos vivido 45 años al otro lado del muro de Berlín, pero no hemos cambiado nuestra mentalidad europea». También asegura que para el viajero es un buen destino turístico, «tanto cultural como de playa o esquí».

En tiempos de globalización y crisis, ser embajador en España «es un placer, pero un placer difícil porque hay mucho trabajo, las relaciones son muy dinámicas y cada mes tenemos visitas de alto y medio nivel». Bulgaria recibió «apoyo» de España para su entrada en la Unión Europea y «estamos muy reconocidos; actualmente, como España es una campeona en saber aprovechar los fondos europeos, nos asesora con su experiencia». La fluidez de las relaciones se traducirá también en que los búlgaros contarán con un consulado general en Valencia, lo que facilitará los trámites administrativos a quienes viven en la zona mediterránea. Además, Christov trabaja en la convalidación de títulos universitarios «porque en Bulgaria hay gente muy preparada, tenemos una mano de obra muy cualificada ya que una de las cosas buenas del socialismo fue la educación».