Alexey Levinskiy.

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Expresión corporal, canto, dicción, clown, doblaje, caracterización, trabajo con máscara. Estas son sólo algunas de las asignaturas que forman parte del plan de estudios de la Escola Superior d'Arts Escèniques de Balears (ESADIB). Durante unas semanas los alumnos de cuarto curso reciben lecciones de una disciplina mucho menos conocida: la biomecánica. El encargado de dar las lecciones es uno de los dos mayores especialistas mundiales en la materia, el ruso Alexey Levinskiy, que define sus sesiones como «un entrenamiento psicofísico para el intérprete».

Actor, director y profesor graduado por la School-studio MkhAT, Levinskiy comenzó sus clases en Palma a principios de diciembre, y permanecerá en el centro hasta principios de enero. En total son cinco semanas de lecciones con un objetivo: «conseguir el equilibrio entre el actor y el espacio y entre el actor y el movimiento».

Uno de los ejercicios que enseña el ruso consiste en reproducir de forma milimétrica una serie de movimientos concretos. La precisión debe ser máxima: cada movimiento de biomecánica exige «una exactitud casi inhumana», reconoce. «Se trata de hacer el dibujo de un movimiento de la forma más exacta posible». Una bofetada, un salto, un baile. Todo 'coreografiado' y milimetrado. A través de un «dibujo rítmico» o del trabajo con un objeto -por ejemplo, sostener un palo con la mano, la frente, el hombro o la punta del pie- se prepara el cuerpo para luego buscar «el equilibrio y la coordinación». En cualquier caso, el equilibrio que se persigue no es sólo físico: «También buscamos el equilibrio psicológico», advierte.

Alexey Levinskiy explica que, aunque en la ESADIB las lecciones son para los alumnos del centro, la biomecánica es «un estudio universal. Puede ayudar tanto al intérprete como al director. ¡O a cualquier persona que vaya el teatro!», bromea. Sus enseñanzas beben de la doctrina del soviético Vsevolod Meyerhold, que aplicó al trabajo teatral la lógica de la biomecánica. «Él defendió que lo más importante sobre el escenario es el movimiento», explica Levinsky, que suscribe las tesis de Meyerhold: «Lo más importante en el teatro no es el texto, sino el movimiento, la acción. El texto también está allí, pero el teatro dramático no se basa sobre la parte textual», defiende. «Hay que tener en cuenta que incluso cuando el actor habla su cabeza y su cuerpo se mueven. Esto ya es un movimiento, por no hablar ya de gestos o desplazamientos. Y los movimientos del actor deben conectar con el escenario. Buscamos conseguir que el actor genere un sentido del espacio».