Para el presidente de CAEB, Josep Oliver, «el único problema que se tiene que controlar al máximo es cómo se hace esta regulación y los efectos que ello puede provocar, ya que sin control habrá implicaciones negativas en materia económica y social. Reducir hoteles, dependiendo de cómo se haga, afectará sin duda alguna al resto de sectores productivos».
Juan Cabrera, presidente de PIMEM, afirma: «No es que sobren plazas hoteleras, sino que también sobra gran parte de la oferta complementaria. La Platja de Palma y Mallorca están sobredimensionadas en su oferta turística, que es la causa que provoca la guerra de ofertas y descuentos para captar mercado».
La presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca (FEHM), Marilén Pol, considera que en la actual coyuntura «se tiene que aprovechar el plan de reconversión integral de la Platja de Palma para dar una salida a la oferta hotelera obsoleta. Sobran plazas, esto todo el mundo lo tiene claro, pero la reducción que se haga no tiene que influir para nada en la zona como destino turístico. La FEHM es de la opinión que el propio mercado dirá en qué porcentaje hay que reducir el número de plazas turísticas y hoteles. Es por ello, que es pronto para hablar de porcentajes, pero el camino a seguir es la eliminación de oferta para mejorar la competitividad de la Platja de Palma».
En este sentido, el presidente de la Asociación Hotelera de la Platja de Palma, Francisco Marín, puntualiza que «en nuestra zona hay más oferta que demanda vacacional, lo cual repercute en la comercialización y en la cuenta de resultados de las empresas. Sabemos que hay empresarios interesados en abandonar la explotación de hoteles, pero hay que dar una salida lógica y real, porque es una cuestión que hiere sensibilidades a nivel hotelero, social y político».
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