Aina Calvo, durante la entrevista en IB3.

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Aina Calvo anunció el pasado 19 de octubre Día Mundial contra el Cáncer de Mama, que padece esta enfermedad. Lo hizo con un tuit en el que daba fuerzas y ánimos y pedía recursos para la investigación. Días después ha comentado su situación personal en una entrevista en el programa Dues voltes de IB3 Televisió.

Sobre el hecho de anunciarlo un día tan señalado, la ex alcaldesa de Palma explicó que quería explicarlo, «no me he escondido pero no quería hacer tampoco un comunicado. Durante muchos meses pasaba desapercibida por la calle por los efectos del tratamiento. Ahora, ya se me identifica y la gente ya me pregunta».

Le diagnosticaron la enfermedad en noviembre de 2015. «La palabra cáncer impresiona y es lógico», dijo al referirse al momento en el que le dieron la noticia. En un primer momento, señaló que «se afronta llorando, es una sensación extraña. Dices cómo es posible que me pase a mi y sobre todo por qué me pasa. La salud no es justicia. Simplemente es una probabilidad que tienes y te toca».

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Después de «expresar tu rabia, tu ira y sobre todo la conciencia de la vulnerabilidad, es cuando uno se para y piensa ante este hecho qué puedo hacer para vivir de la mejor manera posible. Y tienes muchos elementos, yo he tenido mucha suerte en muchos aspectos: la compañía, la familia, los amigos, un buen pronóstico y sobre todo la posibilidad de tener acceso a una sanidad que te permite tener una confianza plena. No estás sola».

Sobre el cambio físico que ha experimentado debido a los efectos del tratamiento, explica que para ella el momento más duro era cuando se levantaba por las mañanas, encendía la luz del baño, se miraba. «Te vas a dormir con una conciencia de ti que no es la que refleja el espejo. El deterioro físico es otra cuestión a encajar. Lo más importante para mi es no olvidar que es transitorio. Aunque hay momentos duros en los que te planteas si será verdad que esto es transitorio».

Desde que le detectaron la enfermedad, ha conocido aspectos nuevos en ella como la capacidad de serenarse. «Perder los nervios juega en contra. Es un proceso de descubrimientos. Es una vivencia muy personal, muy interior, muy reflexiva. El tratamiento es duro y de rosa tiene muy poco. Todas tenemos derecho a tener días de estar en el sofá y no poder ni querer hablar con nadie, a vivirlo con intimidad y a sentirnos injustamente tratadas por nuestra propia salud. A partir de aquí, una tiene que remontar y esta serenidad es muy importante».