El rector de la UIB, Llorenç Huguet, y el comandante general de Baleares, Juan Cifuentes, en el centro, con ponentes de las jornadas. | Pilar Pellicer

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El edificio Jovellanos, de la UIB, acogió este jueves las Jornades sobre Ciberseguretat i Ciberdefensa, organizadas por la propia Universitat, la Comandancia General de Baleares y la Delegación de Defensa.

La conferencia inaugural corrió a cargo del coronel Ángel Gómez de Ágreda, de la División de Coordinación y Estudios de Seguridad y Defensa de la Secretaría General de Política de Defensa. Gómez de Ágreda residió entre los 5 y los 17 años de edad en Palma, donde mantiene relaciones familiares y de amistad.

El coronel explicó a este periódico que «los ciudadanos no somos conscientes de lo vulnerables que somos al regalar información sobre nuestros datos, que tienen un gran valor, al ciberespacio. Vivimos en un mundo físico, con ritmos y evoluciones humanas, y un mundo lógico mucho más rápido y acelerado, más adaptado a las máquinas que a las personas. Aplicamos el Derecho al mundo físico, pero necesitamos una regulación global del mundo lógico para defender los derechos de las personas porque el ciberespacio es complejo. El problema es que no todas las partes entienden el ciberespacio de la misma manera, pero necesitamos incorporar las máquinas al código ético y moral de lo que queremos de ellas. Y es verdad que hay estados y empresas que no quieren una regulación».

Gómez de Ágreda señala que «vivimos en un mundo en el que estados, empresas y particulares se atacan entre ellos. Hay que aplicar una solución de mínimos en el sentido de ‘no nos vamos a hacer más daño', como en la época de la regulación de las armas nucleares. La tecnología ofrece posibilidades maravillosas, como la cibermedicina, pero también puede hacer daño. Es neutra, pero el usuario no lo es».

Por su parte, el teniente coronel Francisco Marín, jefe del Grupo de Explotación del Mando Conjunto de Ciberdefensa, indicó que «toda persona conectada a internet debe ser consciente de que hay amenazas. El internet de las cosas, con televisores o neveras inteligentes, amplía nuestra vulnerabilidad, pues puede aportar información de nuestras pautas de comportamiento y consumo. Y un televisor inteligente no tiene las mismas defensas que un ordenador. La información en el ciberespacio es convertible en dinero y puede ser objeto de compra y venta. Debemos ser conscientes de lo que hacemos y capaces de discernir la información que nos llega ante la facilidad de difusión de bulos y fake news, sin olvidar la especial vulnerabilidad de los menores».