El año pasado, Thomas Cook inauguró una sede en el polígono de Son Valentí, que acoge unos 700 empleados.

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La delicada situación económica por la que pasa el touroperador británico Thomas Cook hizo saltar este viernes las alarmas entre los empresarios del sector turístico balear. Después de que la prensa inglesa se hiciera eco de la nueva crisis que atraviesa la compañía y que podría suponer su quiebra si no consigue el capital requerido por los bancos, el grupo turístico confirmó este viernes que busca fondos adicionales de alrededor de 230 millones de euros, solicitados por entidades bancarias para asegurar su futuro.

Thomas Cook pide ayuda al Gobierno británico para evitar la suspensión de pagos

La compañía tenía previsto firmar esta semana una inyección de capital con su mayor accionista, el fondo inversor chino Fosun, estimado en poco más de mil millones de euros, el cual se ha retrasado por la exigencia de los bancos de contar con nuevas reservas de cara al invierno. En un breve comunicado remitido a la Bolsa de Valores de Londres, Thomas Cook indicó que las conversaciones para llegar a un acuerdo sobre «los términos finales de la recapitalización y reorganización de la compañía continúan entre Thomas Cook y una serie de partes interesadas, incluidos el grupo chino Fosun y sus afiliados». En estas conversaciones se incluye la petición de una reserva de 230 millones de euros adicionales a la inyección de mil millones anunciada a finales de agosto, añadió la empresa.

En cualquier caso, la compañía afronta una semana clave y el próximo viernes 27 es una fecha crucial para su futuro más inminente ya que es el día en que los acreedores deberán firmar el programa de recapitalización. Si el próximo viernes no se logra ningún acuerdo, Thomas Cook y sus 127 años de historia podrían ver su fin.

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De hecho, el Gobierno británico ya está trabajando en un plan de contingencia para repatriar a los turistas británicos que en estos momentos se encuentran de vacaciones contratadas a través del touroperador. De todos modos, este grupo no solo trabaja con ciudadanos británicos sino también de diferentes países europeos. De hecho, a Mallorca trae prácticamente más visitantes alemanes que británicos.

Su quiebra supondría la principal fallida de un operador turístico en la última década y dejaría muchas deudas entre los empresarios de la Isla, además de un futuro incierto. Fuentes del sector hotelero de Mallorca confirmaron este viernes que el grupo retrasó sus pagos al mes de octubre, que en muchos casos oscilan entre los 150.000 y los 250.000 euros, que en caso de quiebra no saben si llegarían a cobrar. También quedaría en el aire la temporada de invierno y los trabajadores de la compañía, 21.000 en toda Europa. Hace un año inauguró una sede en Palma donde trabajan unos 700 empleados.

Gobierno británico

El Gobierno británico, a través del agregado económico de su embajada en España, Paul Clark, explicó este viernes en Palma a ejecutivos del sector turístico de Baleares que hace «todo lo que puede para llegar a un acuerdo» que evite la salida abrupta del país de la Unión Europea el 1 de noviembre. Clark, que impartió una ponencia en el marco de una jornada sobre gestión de riesgos en el turismo, incidió en la fortaleza de Baleares como destino turístico para los británicos, por lo que sostuvo que no se debe temer una bajada drástica de viajeros.